14/9/09

PODER: METAMORFOSIS

¡Qué ingrato es el poder! ¡Cómo transforma a los seres humanos! ¡Cómo les cambia el rostro! ¡Cómo a la mayoría les remarca la soberbia, el cinismo, la hipocresía, la amargura, la frustración, la sed de venganza o la metálica voracidad!

Tienen tan sensible la piel que un miligramo de censura lo convierten en la más grave ofensa sobre su pulcra y moralmente indigente humanidad.

Azorín aconseja al político tener la virtud de la eubolia que consiste en decir sólo aquello que conviene decir. Esto es, reflexionar antes de abrir la boca.

Existe gran diferencia entre los significados de crítica, murmullo y rumor:

La crítica suele el común de la gente y, entre ella, los políticos, endilgarle significaciones negativas, por eso la rechazan, porque la sienten ofensiva, ya que a diario sus razonamientos los nubla el sahumerio enervador de la lisonja de los alabarderos oficiales. La crítica seria, responsable y reflexiva es la que hacen con autoridad moral los analistas del que hacer crítico a la conducta de los hombres de Estado.

El murmullo es el retumbante ruido de quejumbrosos censores permanentes tanto de lo bueno como de lo malo, cuya falta de oficio la suplen dando ejercicio a su lengua con irresponsables comentarios.

El rumor es la corriente de una sorpresiva cadena formada por eslabones de voces insatisfechas que exhiben sus razones, descontentos y angustias que, convertidas en cajas de resonancia, repiten las señales que otras voces interesadas les envían perversamente desde adentro o desde afuera de la fortaleza del poder.

La palabra crítica fue introducida por Kant para designar el proceso por medio del cual la razón transita al conocimiento de sí misma, o sea, “el tribunal que garantice a la razón en sus pretensiones legítimas, pero que igualmente condene a aquellas que no tienen fundamento”. Esta es labor del analista, del crítico, de quien a través de sus reflexiones –producto de la experiencia-, coadyuva para que aquellos que tienen el poder hagan de su conducta responsable actividad digna del reconocimiento público.

La soledad es el manto que cubre a los inaccesibles hombres de Estado, que insensibles a la crítica, inadvierten los fatales presagios que traen aparejados los resonantes eslabones del rumor y del murmullo.