30/12/09

CANCIÓN DE LUZ

A Lety Oropeza de Sibilla


Esta noche en Tabasco,

Cristo ha nacido.

Un lucero del cielo

se ha desprendido.



Canta su nombre el río,

agua viva de luna.

Ave, pañal y pluma

le dan calor.



Ha nacido el amor,

Tabasco es luz.

Ha nacido la luz,

Tabasco es pez.



Que se arome la noche

con esta flor.

Que orgullosa la ceiba

sea su altavoz.



En Tabasco ha nacido

la bendición.

Este fervor del alma

es la pasión.



Cristo será en el mundo

la voz de Dios.

Acúnalo en tus brazos,

dale calor.



Es la fiesta del trópico,

noche de gala.

Cristo-Jesús, el niño,

cordero y ala.





Alabemos su nombre

Aquí en Tabasco.

Que la sombra se asome,

con tanta luz.



Esta noche en Tabasco

Cristo ha nacido.

Un lucero del cielo

se ha desprendido.

24/12/09

¡ALEA IACTA EST!

El crimen fue sorpresivo.

Llegaron los marines.

Rodearon el inmueble,

apretaron gatillos

de sus mortales armas.



La respuesta no se hizo esperar.

Iban por Beltrán Leyva

y una cruzada lluvia de balas

sembró de estruendos esa madrugada.



Reguero de cuerpos sin vida.

Sangre esparcida en todos lados.

Diluvio infernal de las metrallas.



¿Por qué no hubo el debido proceso?

¿Había necesidad de matar al enemigo?

¿Desnudarle el alma

y esparcir billetes en su cuerpo?

¡Alea iacta est!

diría un general romano.

¡Si!, ¡la suerte está echada!



Hoy, México es un paliacate

empapado de rabia,

de sangre, de venganza

y abierta herida para siempre.



Los marines ocupan

el sitio del ejército.

¿Acaso hay desconfianza,

de quién?… ¿De quienes?



La dignidad no tiene precio.

Esto lo sabe bien la milicia.

¿Por qué enfrentar en esta lucha

la fuerza del poder

de mar y tierra? ¿…?



La Iglesia, como siempre,

abre sus brazos y en cruz

exclama un verbo descarnado

en el escarnio que vive nuestro pueblo

inseguro y mancillado.



¿Acaso la esperanza se ha perdido

para siempre?

Llegó la noche y

no la madrugada.


¡Alea iacta est!


23 de diciembre de 2009.

16/12/09

LA SIEMBRA VERDADERA

Amigo: a conjugar dichas y penas

el corazón invita a puño abierto.

Fatiga caminar por las arenas

que forman soledades y desierto.


Comienza a germinar el fruto cierto

de las palabras limpias y serenas.

El lucero se pone a descubierto

de las nubes más níveas o morenas.


Amigo: hay que sembrar en primavera

semilla fraternal. Y en el verano

de la envidia cuidar la sementera.


Y luego ver así, grano por grano,

penas y dichas y amistad sincera

revueltos germinando en nuestra mano.

Felicidades 2009

15/12/09

¡LA HISTORIA...

...ES IMPLACABLE!

Estoy más que encabronado. Soy lector asiduo de la buena y de la mala prensa que se difunde en México. Me veo obligado, para estar informado, leer a periodistas honestos, que los hay, y a los que toman las páginas de los periódicos para medrar y para madrear. La prensa no oficial nos informa de los sucesos cotidianos de nuestro país. Leo los periódicos nacionales y, de casa, las notas me provocan ira, tristeza, desesperanza y angustia. Duele saber que el 81% de ciudadanos de nuestro país, según la información oficial de CONEVAL, se encuentra en pobreza o en sus límites. 77% tiene al menos una carencia; 69 millones no tienen seguridad social; 43 millones carecen de servicios de salud.

¡Cómo carajos no voy a estar encabronado!, la prensa oficial de nuestro Estado nos pone al tanto que el presupuesto que se manejará para el 2010 asciende a poco más de 34 mil millones de pesos. La imaginación carece de límites. No abarca la magnitud de esa cantidad de dinero en la mente de cualquier ciudadano interesado en saber de qué manera podría hacerse evidente en la realidad esa inconcebible cantidad. Nuestro Estado cuenta solamente con 17 municipios y por eso la pregunta: ¿Cuánto le toca a cada municipio para su desarrollo económico, social y cultural? La respuesta sería: Mínimamente mil quinientos millones y, el resto, para las preocupaciones electorales.

Hay Estados con mayor población, con más de cien municipios, con carencias tan extremas como las nuestras. No son comparable los ingresos y los egresos de aquellos Estados con los que reciben la gracia divina de contar con un presupuesto mayor de 30 mil millones de pesos. ¿Cuánto le correspondería del presupuesto a cada uno de los habitantes de este Estado? La pregunta queda en el aire.

Existe una lucha encarnizada en contra del narcotráfico, se gasta mucho dinero, son cegadas muchas vidas, de uno y otro bando: delincuentes y militares –estos cuya función, en tiempo de paz, debiera ser la realización de acciones que tengan exactas conexión con la disciplina militar-. El artículo 129 constitucional, hoy lamentablemente violado por órdenes presidenciales, tajantemente señala que en tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan –sostenemos- exacta conexión con la disciplina militar.

Diariamente la prensa nos informa que caen, muertos, o aprehendidos, miembros de organizaciones criminales; sin embargo, igualmente, caen acribillados muchos soldados que se incorporaron al ejército más por hambre que por vocación.

En nuestro país si bien es cierto que 40 millones viven en pobreza, también lo es que 20 millones se están muriendo de hambre.

Revisemos los sueldos de los funcionarios públicos; revisemos los mermados salarios de que gozan los soldados; revisemos la ridícula fijación del salario mínimo, que según la Ley Federal del Trabajo debiera ser suficiente para que una familia viva con dignidad. Si lo hacemos y si somos conscientes, nos morderíamos los labios por la impotente ira.

Por eso, yo, como muchos mexicanos, me siento mal y sufro esta desesperación -que hemos trascendido- de quienes viven en un morir por falta de oportunidades de trabajo y por hambre. La prensa nos trae la información –ver Economía/pág. 20/Jornada/11 de diciembre de 2009/Roberto González Amador-, de que mientras la economía se sumía en la mayor crisis en siete décadas, el gobierno mexicano desaprovechó oportunidades de aplicar acciones para contrarrestar los efectos de la recesión, que se ha traducido en pérdida de medio millón de empleos y el mayor desplome de la actividad en el continente. México, por eso, ha sido clasificado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) como el peor país en su desempeño ante la crisis.

No podemos cruzarnos de brazos. Algo debe hacerse. Si el gobierno está comprometido con el pueblo, si en verdad lo está, debe corregir el rumbo y reaccionar positivamente para acabar con estas inconcebibles desigualdades.

¡La historia es implacable!

1/12/09

ORDEN PUBLICO

Los conceptos, como las instituciones, con el paso del tiempo sufren mutaciones. Hace un siglo, por ejemplo, se construyó la categoría de orden público, hoy esa categoría está en franca retirada; la mayoría de las constituciones no comprenden el concepto de orden público, sólo nosotros todavía conservamos en nuestra Constitución, la categoría de orden público y la pregunta no se hace esperar: ¿Por qué ha desaparecido del constitucionalismo contemporáneo?

Par dar respuesta no olvidemos que la idea de orden público justificó en el siglo XIX la presencia y ejercicio de la fuerza pública y, hasta las tres décadas primeras del siglo XX se hizo patente su transformación en policía.

El concepto de orden público suele confundirse también con el de interés público.

Otto Mayer, jurista alemán del siglo XIX sostenía que el orden público es prácticamente un derecho natural que implica determinadas relaciones sociales en las que el Estado debe intervenir para dar orden en todas aquellas conductas perturbadoras, así pues, todo lo que entrañe para el Estado una idea de perturbación en las relaciones de convivencia social, propicia la intervención del Estado a través de la fuerza pública para poner el orden.

Entonces, la idea de orden público implicaría que donde la sociedad considerase que haya conductas perturbadoras, el Estado debe intervenir a petición de esta, para restablecer el orden. Observemos que aquí hay un problema de esencia de la idea de orden público. Y es que no se puede construir en sentido positivo la idea de orden público: tiene que construirse a partir de un polo opuesto, es decir, a partir del desorden, porque donde no hay orden impera el desorden. Lo importante es saber quién califica o define lo que es desorden: ¿La sociedad o el Estado?

Claro que quien lo define es el Estado investido de autoridad. ¿Y qué pasa cuando el Estado es autoritario? Pues que cualquier conducta y más aún, cualquier opinión crítica, podría calificarla como desorden.

Si se concibe el orden público como un derecho natural de las sociedades, su esencia será metajurídica porque carecería de un referente legal y se vuelve difuso, disperso, dada las conceptualizaciones individuales. Por ello se deja al arbitrio de la autoridad decidir dónde se requiere el orden. Esta postura es del siglo XIX.

Por eso la única posibilidad de darle contenido al orden público es positivilizándolo para que la ley nos diga de manera expresa qué se entiende por orden público y en que momento la autoridad debe intervenir para restablecerlo; la ley es la encargada de delimitar el concepto. Y es que para entender el orden público hay que precisarlo en la ley.

Nuestra Constitución, al referirse al tema de la libertad de expresión señala que la manifestación de ideas no será objeto de alguna inquisición judicial o administrativa, salvo que afecte a la moral, los derechos de terceros, constituya delito o afecte el orden público.

El orden público no es ajeno a la moral. Veamos: dos niños jugando en la calle podría parecernos que perturban el orden público, el EZLN perturba el orden público, las manifestaciones de protesta perturban el orden público, el CGH perturba el orden público. Aquí cabe señalar que la tradición conceptual de orden público es resultado de un modelo político del siglo XIX que se llamó intervencionismo estatal, porque bajo sus premisas de orden y progreso, debía lograrse la paz, la tranquilidad y el desarrollo integral, llegando al extremo de considerar este orden como orden público, por eso esta categoría significó la justificación de una fuerza pública que se legítima con la intervención violenta para preservar un orden invisible, impalpable y que sin embargo existe. Nuestra Constitución aún conserva en algunos artículos la categoría de orden público, que como hemos dicho se encuentra en retirada del constitucionalismo mundial.

El concepto de orden público que debía ser un elemento proteccionista de los gobernados, en el transcurso del tiempo se ha convertido en una fuerza pública opresora y represora de éstos, bajo un esquema de orden que nació a mediados del siglo XIX como defensa de la sociedad. Hoy ha cambiado de rostro, ha sufrido una lamentable mutación, ya que la justificación del orden público no es otra cosa que la intervención represora del Estado contraviniendo el espíritu constitucional proteccionista que le dio vida. De un órgano salvaguardia y protector, se ha convertido en un órgano de poder de dominación de las clases dominantes, herencia del estado premoderno.

18/11/09

OSARIO DE SOMBRAS

La tarde agoniza. El disco solar muestra en carne viva las heridas sangrantes de un día de intensa labor. El firmamento que lució desde el alba sus limpios azules, de pronto escurre venas de rojo y ramas encendidas en desesperado aniquilamiento.
Nada es eterno. Todo fluye según la sabia expresión de Heráclito de Éfeso. A nadie le es permitido bañarse dos veces en las aguas del mismo río.
La política es arte y es acción; pero también es tiempo. El dios Cronos es vigilante permanente del quehacer de los hombres de Estado. Un proyecto, un programa, una decisión, tienen su tiempo. Si la uva madura y ofrece su exquisito jugo a los labios del buen catador, es porque antes del fermento respondió a una responsable temperatura graduada en reloj y calendario.
Así, en la política no hay antes ni después. Todo en su oportunidad, Nunca el tiempo cronológico es coincidente con el tiempo político. El drama cambia, los actores pueden ser los mismos, ante el público, el desgastado uso de quien poseedor de virtudes patrias, ha participado en diferentes tragedias, simbólicos dramas o humorísticas comedias en las que los parlamentos son los mismos, los ropajes similares y el gesto de los actores inconfundibles a base de machacar la inoperante retórica.
Nadie se retira de la política. Nadie vuelve a la sombra por su gusto. A nadie acostumbra el silencio de la frustración. El tiempo es el verdugo de quienes forzosamente se verán obligados a abandonar la escena.
La vida tiene un ciclo. La política también. Quién emprende el éxodo, difícilmente regresará.
Quién ha comido el fruto prohibido, tendrá que inventar su propio Paraíso.
En la geografía, Sicilia expresada en los mapas, da la impresión de una piedra lanzada hacia el mar, de un puntapié propiciado por la bota de Italia. La historia nos enseña que también es, el seno de grandes y señoriales familias, cuya razón de ser es el ilícito poder y el dinero.
Adviene diciembre. Mes de esperanzas y desesperanzas. Mes de realizaciones y de inesperadas frustraciones. Mes también de amarguras. De sinsabores o inmerecida felicidad. Quién se va, jamás retorna. El espejo es imagen de luces. Nunca osario de sombras.

11/11/09

ICARO

O EL AFÁN DE NOTORIEDAD

La búsqueda de notoriedad, el ansia de convertirse en el centro de atención, las anhelantes ganas de ser tomado en cuenta, el vehemente afán de reconocimiento, ¡todo!, entre luces y sombras, hace que los mortales actores de este mundo, formulen sus propios guiones, instalen sus frágiles carpas, construyan sus más vistosos escenarios o exhiban sus desesperados gestos desde las más altas cumbres, egregias atalayas, cimas virtuosas, arrecifes vírgenes, sus amenazantes anatemas, sus más equivocados juicios, sus críticas insustanciales, sus frustraciones genéticas, sus estériles súplicas o el incontenible dolor de no brillar.

El enfermo de notoriedad es terreno baldío en el que a pesar de ostentar el letrero: “Prohibido tirar basura”, se esmera en convertirse de simple mortal, en contenedor de calumnias, ofensas, rumores y endémicos presagios, ejercitado en el pregón, en las palabras murales, en las mentiras de cafés, suelta a diestra y siniestra el ofidio venablo de su lengua, pretendiendo emponzoñar todo lo que está al alcance de sus oídos o acomplejado rencor.

Pasar inadvertido es lo peor que le puede suceder. Por ello viste a la moda o en tonos ridículos; todo en su persona es contraste: mezcla el azul con el morado y el rojo con el amarillo; viste ropas de noche cuando es de día y usa parasol en el invierno.

En la antigüedad, un individuo deseoso de pasar a la historia llevó a cabo la infeliz idea de quemar el templo de Diana. De castigo, ningún historiador recogió su nombre. Los hechos se saben. El mal se señala. El actor está fuera de escena.

¿Cuántos hay que en la actualidad buscan en su afán de notoriedad realizar las más humillantes acciones? ¿Cuántos teniendo talento ejercen de mozo de estribo de algún patán con suerte, poder o dinero? ¿Cuántos prestan su nombre para servir de cajas de resonancia, de venganza en agravios ajenos, de facción o de grupo? ¿Para cuántos la patada en el trasero propinada por el “señor” es signo de reconocimiento? ¿Cuántos en su trajín diario olvidan ante la afrenta la reacción de Rodrigo Díaz de Vivar?:

“Por besar mano de rey
no me tengo por honrado.
Porque la besó mi padre
me tengo por afrentado”.

Muchos delincuentes comunes cometen sus ilícitos con el insano deseo que su nombre aparezca al día siguiente entre las notas que conforman las páginas rojas de los periódicos. Así cobran notoriedad entre las bandas, los barrios y las colonias. Quien logra que además de su nombre aparezca su retrato y la narración de sus hazañas, llega al pináculo de la gloria.

Lo mismo sucede entre las familias de los más altos rangos. Destacar su nombre y figura en las columnas de sociedad de los periódicos de mayor circulación es un toque de inmortalidad y buen gusto. La vanidad se viste de gala en el “baby shower”, la fiesta de quince años con damas y chambelanes, el fervoroso himeneo y las inmarcesibles ofrendas de dolor convertidas en plegarias que inundan las fúnebres páginas con apellidos y heráldicas de los anuncios de una fraternidad sentimental y permanente.

La notoriedad es virtud. Hay quien la alcanza sin proponérselo. Otros, cual Ícaro, se la pegan con cera y al primer fulgor celeste se derrumban para no levantarse jamás.

3/11/09

CALAVERAS 2009

CALAVERAS DE MESA 42

EPITAFIO

En este blanco panteón
nadie se saque de duda.
La muerte muda que muda
entre locura y pasión.

Todos aquí bienvenidos
con la diestra o la siniestra.
Pues mi mano es la maestra
que doy con sana intención.

Por eso, todos alertas,
ya que empieza la función.
Están mis puertas abiertas
para cualquiera ocasión.

Benjamín
Inventor de un serpentín,
hoy le rezan el rosario.
Se nos murió Benjamín
y su muerte fue un calvario.

Agapito
Dicen que la muerte es nada
y que la vida es un mito.
Se nos ha muerto Agapito
comiendo su enfrijolada.

Francisco Peralta
Su presencia si hace falta
tanto al Diablo como a Dios.
Llora a Francisco Peralta
La Mesa 42.

Ferdusi
Por terco pasó revista
y hoy yace en un agujero.
La muerte aguardó al viajero
diplomático turista.

Carlos Calzada
Pues le guste o no le guste
se nos ha muerto en la raya.
Murió, leyéndole El Fuste,
la señorita Soraya.

Luis Pampillón
Tarareando una canción
y comiéndose un guineo,
dicen: ¡murió Pampillón!
en viagrísimo himeneo.

Pedro Reséndez
El velorio fue de esmero
y silencioso el rosario.
Hombre honesto y muy sincero
sus restos guarda un osario.

Eduardo Estañol Vidal
Éste nos faltó en la lista
y aquí vemos la evidencia:
ha muerto el economista
¡Qué viva la independencia!

Miguel de la O
Valiente a la muerte cuca
y ésta lo lleva hasta el fondo
su sepulcro en Nacajuca
es la O por lo redondo.

Ana Livia
El escribir fue pasión
que la llevó al cementerio.
Con música de salterio
fue enterrada en el panteón

Maestras: una y dos
En todo fin de semana
siempre se veía a las dos:
una alegre y otra ufana,
en Mesa 42.

Dámaso
Hombre sincero y discreto
la muerte fue su testigo
murió como buen amigo
y por eso mi respeto.

Jorge Colorado
¿Qué es la noche?… ¿Qué es el día?
¿Qué es el verde?… ¿Qué el morado?
responde en filosofía
sólo Jorge Colorado.

Wilbert Méndez Magaña
La muerte con su guadaña
dijo extendiendo la diestra:
desde hoy seré tu maestra
aprenderás nueva maña.
Y se lo llevó con saña
a inmensa mansión siniestra.

Agenor
Con un sastre vio al poeta
midiéndose un pantalón:
ven conmigo, en el panteón
ni pantalón, ni chaqueta

Carlos Mari
Anduvo buscando la horma
de su zapato el señor,
pero lo encontró en Reforma
y hasta cambió de color.
El amor es una norma
Y el periodismo es la flor.

Estrella
¿Será fea o será bella?
la muerte que es silenciosa.
Hoy cintila nueva estrella
inteligente y hermosa.

Valdemar Hernández Márquez
Hay una sola deidad
que se adora con esmero,
es la muerte y amistad
sólo al amigo sincero.

Nucamendi
“No te equivoques: primero,
mira hacia atrás y adelante.
Siempre seré litigante,
jamás seré tu escudero”.
Dijo a la muerte, galante,
que lo dejó prisionero.

Carlos Elías Dagdug
Fue choco bebepozol
enterrado en un baúl.
Murió jugando béisbol
en los campos de Estambul.

Wally
El agua sube hasta el cielo
y no tiene compasión.
Por eso le dice al Chelo:
“Tu muro de contención
te provocará desvelo,
pues siempre habrá inundación,
si todo estará de pelo
te esperaré en el panteón”.

Mateo
Esto si que es devoción
y yo en los sepulcros creo.
Murió el amigo Mateo
repitiendo una oración.

Roberto Carrera
Potro, jamás garañón,
siempre ha estado en la pelea,
se le trasplantó un riñón
y hoy agarra lo que sea.

Arturo Núñez
Era ante todo, feliz.
En política el mejor.
Murió como gran señor
sin inclinar la cerviz.

Carlos Francisco
Con diez ramos de azucenas
y una rama de alcornoque,
saboreando su jocoque
expiró Dagdug Cadenas.

Chebeto
Para la muerte fue un reto
este muerto sin igual.
Murió cambiando alfabeto
del Español al Chontal.

Mario Gómez
“Ven conmigo criatura,”
le dijo la muerte, cruel:
“Se te acabó la gordura
en plena luna de miel”.

Ricardo
Comió carne de armadillo
y por eso yo lo elijo.
Aquí se murió mal hijo
en brazos de Huimanguillo.

Babe Segura
Ha cambiado de país
y hoy a Francia se aventura.
La muerte llegó a Paris
buscando a Babe Segura.

Erwin Macario
Se acaba la vida en gota,
le están rezando el rosario.
Escribiendo mala nota
fue muriendo Erwin Macario.

Chablé
Murió el periodista franco,
elegante al caminar,
todo vestido de blanco
imitando al SIMILar.

Granier
Su muerte nadie le atina
pues resultó desalmada,
por un caldo de gallina
nuca pelada origada.


PANTEÓN PARTICULAR

Propietario: Francisco Peralta Burelo

Sepulturero: Agenor González Valencia

Servicios a domicilio

Enterramos en todo lo que cabe, nuestro esfuerzo

Guía: Por el recto sendero del justo

31/10/09

MAQUIAVELO VII

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

VII/VII

7.- Maquiavelo: acto y potencia


“Al lado del orden preestablecido —afirma González Pedrero— armónico, que rigen las cosas en el universo, hemos heredado de la naturaleza el movimiento que también caracteriza al cosmos. Somos inestables; deseamos el cambio permanentemente. Esta inquietud, ese fluir esencial que caracteriza a la vida es el origen de muchos de los cataclismos sociales. Entre la armonía universal y la dinámica humana se inscribe y escribe la historia”.

Los filósofos griegos fueron los primeros en observar que las cosas se mueven, fluyen, acontecen de la misma manera. Esto es, que las cosas tienen cambio, pero que, en el movimiento de la naturaleza hay un orden superior, un orden no impuesto por los hombres, sino por la naturaleza misma. Es así como se concibe la idea de un orden cósmico y es así como en su tiempo, conciben que si hay un orden, debe haber alguien quien lo ordenó. Apelan, entonces, al concepto de los dioses. Apelan inicialmente a ese concepto, sobre todo, cuando encuentran leyes, injustas. Así, el emperador también está sujeto a ese orden superior que le es imposible rebasar. Poco a poco, a medida que avanzan las luces del alba, el mito, Rey de las sombras, se desvanece y ocupa su lugar el concepto de naturaleza. Ella, efectivamente, nos ha heredado el movimiento, de la misma manera que Prometeo desafiando la cólera de Zeus nos heredó el fuego.

El hombre se reconcilia (con su ser hombre) en el movimiento. El movimiento en el hombre se llama acción: praxis, movimiento autodeterminado o intencional. Para que el hombre pueda alcanzar su plenitud debe dinamizar todas sus potencialidades. Ya lo decía el Estagirita: “en la pareja acto—potencia encuentra el ser su aspecto dinámico”. Y llama acto al resultado del advenimiento al ser; y llama potencia a la materia, pero en cuanto va a ser.

En todo niño hay un adulto en potencia. En todo hombre hay un sabio en potencia. Querer —según el saber popular— es poder. Santo Tomás de Aquino (1225- 1274) en la Baja Edad Media comentando a Aristóteles reflexiona sobre la distinción fundamental entre el acto y la potencia. Los seres —explica— existen realmente, están en acto, pero evolucionan sin cesar para llegar a ser diferentes, por lo que estando indeterminados, están en potencia. La simiente existe, completamente como simiente, es un acto; pero puede dar nacimiento a una planta, es planta en potencia.

El hombre (acto) para alcanzar su plenitud individual de ser necesita desarrollar todas sus potencialidades. Para ello, es menester libertad de movimiento. Así, dentro del orden jurídico sólo se concibe la libertad si existe posibilidad de acción.

MAQUIAVELO VI

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

VI/VII

6.- Maquiavelo en el infierno

Cuando se habla de Maquiavelo se piensa en una conducta amoral, tortuosa, en la que el filo de la traición abre sus alas en busca de confiadas víctimas y se recuerda la famosa frase que nunca dijo: “El fin justifica los medios”.

Sin embargo, Maurice Joly en su Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, escrito en 1864, explica en labios del ilustre florentino, que el maquiavelismo es anterior a Maquiavelo.

Así, el único pecado de este secretario de Estado, fue el de decir la verdad tanto a los pueblos como a los reyes. No la verdad moral, sino la verdad política. No la verdad impoluta que todos quisiéramos saber, sino la verdad tal cual es, indiferente a cualquiera consideración ética. Por eso señala que Moisés, Sesostris, Salomón, Lisandro, Filipo y Alejandro de Macedonia; Agatócles, Rómulo, Tarquino, Julio César y el mismo Nerón; Carlomagno, Teodorico, Clovodeo, Hugo Capeto, Luis XI, Gonzalo de Córdoba y César Borgia, son antecesores de su doctrina. Ello, sin mencionar la larga lista de los que llegaron después de su Tratado del Príncipe y a quienes nada tuvo que enseñar que no supieran en el undoso arte del ejercicio del poder.

De Maquiavelo el vulgo sólo conoce el nombre y un prejuicio ciego. Se le tacha de inmoral, de falso, de traidor. Esta mala reputación ha traspasado las fronteras del tiempo escarneciendo el prestigio de un hábil diplomático entregado en su momento al servicio de la República. Por haber escrito El Príncipe y como resultado de una pésima lectura de esta inteligente obra, sus detractores lo han hecho responsable de todas las tiranías y han atraído hacia el autor la maldición de los pueblos, encarnando según éllos, su escrito, el despotismo que aparentemente aborrecen, pero que con sus excesos alimentan y anhelan. En su tiempo emponzoñaron sus últimos días y, en la posteridad se confabularon para reprobar sus tesis en las que Cratos difiere del parece de Ethos.

Mas Maquiavelo se defiende: “Durante quince años serví a mi patria” – nos dice –, que era una república; conspiré para mantenerla independiente y la defendí sin tregua contra Luis XII, los españoles, Julio II y contra el mismo Borgia, quien sin mí la hubiese sofocado. La protegí de las sangrientas intrigas que, en todos los sentidos, se entretejían a su alrededor, combatiendo como diplomático como otro lo habría hecho con la espada. Trataba, negociaba, anudaba y rompía hilos de acuerdo con los intereses de la República, aplastada entonces entre las grandes potencias y que la guerra hacía bambolear como un esquife. Y no era un gobierno opresor ni aristocrático al que manteníamos en Florencia; eran instituciones populares. ¿Fui acaso de aquellos que van cambiando al vaivén de la fortuna? Luego de la caída de Soderini, los verdugos de los Médicis supieron hallarme. Educado en la libertad sucumbí con ella; viví proscrito sin que la mirada de príncipe alguno dignara fijarse en mí. He muerto pobre y olvidado. He aquí mi vida y he aquí los crímenes que me han valido la ingratitud de mi patria y el odio de la posteridad. Quizá sea el cielo más justo conmigo”.

Allá, en el ostracismo, en su tranquila y solitaria villa de “L” “Albergaccio”, cerca de San Casciano, Maquiavelo interrumpe la escritura de los primeros fragmentos de los Discorsi para escribir El Príncipe, obra que fue acogida con menosprecio por Lorenzo de Médicis, quien prefiere al opúsculo carente de “palabras ampulosas”, los finos lebreles de caza. Maquiavelo gana con este desdén, otra frustrante repulsa más.

MAQUIAVELO V

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

V/VII

5.- Maquiavelo y circe

Estamos en el crepúsculo de la Edad Media. El hombre no se resigna a su destino. Al fin se atreve: da el salto mortal del Medioevo al Renacimiento y juega en la urdimbre de su pensamiento, con los modelos tomados de la antigüedad. González Pedrero nos dice: “Pensamos en Leonardo, en Maquiavelo. Cada uno de ellos sentía la angustia de lo nuevo como la sentimos ahora cuando nos preocupamos por saber qué será de nosotros en el futuro cercano”.

Y agrega en tono premonitorio: “Esa angustia de lo nuevo vibraba en aquellos personajes que oían por todas partes el crepitar de un fuego destinado a barrer lo caduco y a dejar el campo libre para nuevas cosechas”. ¡Espléndido!

Es la época en que la debilidad de los emperadores permite a varias pequeñas ciudades italianas, independizarse enteramente. Es la época de las frecuentes guerras intestinas, de los capitanes mercenarios llamados condottierri, prestos a apoderarse del gobierno de la ciudad que contrataba sus servicios. Es la época de los pequeños déspotas, de la confusión general en Europa, de la decadencia política del papado, pero también la época en que los grandes jugadores del ajedrez político (Francia, España e Inglaterra), fijan el comienzo de los tiempos modernos.

Época difícil para pensar con lucidez y moverse con habilidad en la jaula misma del león. Sobrevivir habría sido una lección para la posteridad. ¿Con qué ingredientes lo logra Maquiavelo?

González Pedrero lo explica: “Maquiavelo creó esa mezcla compleja de pasiones y razones, matices, palabras, hipocresía, ideales, dinero, intereses, acciones dispersas, instintos, olvidos, compromisos, errores, vicio, suerte, lucha, saber, gloria, prudencia, ingenuidad, conformismo, imaginación, bajeza, poder; vida viva. En suma: hizo de la imposible vida lo que parecía imposible, la posibilidad de vivirla, de saber cómo. Hizo de la política un arte de vivir político: ciencia tal vez”.

El arte tiende a la expresión de lo bello. La ciencia a la explicación racional, cognoscitiva. Sentir y saber. O mejor dicho: saber sentir en toda su magnitud la fuerza del poder.

Existe coincidencia entre la acepción vulgar y la científica de la palabra Política: se dice que es toda actividad referida al Estado. Posada la explica así:

“La política, en su sentido más general, se refiere al Estado, convertido en objeto de conocimiento”.

En el estudio de la Política, fijamos dos aspectos esenciales: el teórico y el práctico. A través de la teoría pretendemos obtener un conocimiento explicativo del Estado. Y, a través de la práctica, el desarrollo de una apasionada actividad por conquistar el poder y conservarlo.

La belleza es sublime actividad humana. Circe lo sabe y no descansa: prepara la mezcla hechizante para hacer en su pócima, posible lo imposible, en el arriesgado, prudente y hábil arte de gobernar.

27/10/09

MAQUIAVELO IV

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

IV/VII

4.- Maquiavelo: virtud y fortuna

En el lenguaje filosófico encontramos varias acepciones de la palabra virtud. Así Aristóteles nos dice “que no basta contentarse con expresar que la virtud es hábito o modo de ser, sino que hay que decir asimismo en forma específica cuál es esta manera”. La virtud podría definirse como aquella cualidad que perfecciona la buena disposición de una cosa; esto es, su bien, “pero no un bien general – palabras de Ferrater Mora – y supremo, sino el bien propio e intransferible”. Así, pues, la virtud es aquello que hace que una cosa sea lo que es. “Tal noción de virtud es prontamente trasladada al hombre; virtud es entonces, por lo pronto, el poder propiamente humano en cuanto se confunde con el valor, el coraje, el ánimo”. La virtud, característica del hombre, depende de su libre albedrío y está regulada por la razón.

Para los griegos, la Fortuna, hija de Océano y de Tetis, era una divinidad alegórica que presidía los sucesos de la vida, distribuyendo ciegamente los bienes y los males. Luego devino en lo casual, lo fortuito, la suerte, el azar, por eso se habla de la “buena” y la “mala” fortuna.

Ante los imponderables de la fortuna, el hombre virtuoso debe estar preparado para afrontarlos, sólo así podrá permanecer en el justo medio. Cuando no hay diques de virtud previamente levantados, las aguas negras de la mala fortuna, incontenibles, arrasan las apacibles llanuras.

El vívere político oscila entre la virtud y la fortuna. Por eso González Pedrero afirma: “No es otra cosa el arte político que un duelo entre virtú y fortuna. O en otras palabras, el prodigioso oficio de conciliarlas en el incierto equilibrio de la cuerda floja”.

La virtud, que es capacidad de obrar, poder, fuerza, decisión, habilidad, previsión, significaba también para Maquiavelo prudencia sagaz, intuición.

“En general, virtúd es la fuerza vital que los hombres desarrollan en la realización de actos políticos encaminados al engrandecimiento del estado”. Al fortalecimiento y defensa del sistema – diríamos hoy – o a su aniquilamiento y cambio. “Pero significa también, esfuerzo, coraje, valor, audacia. En suma: aquellas cualidades que son indispensables para forjar a un político”.

Así, la virtud viene a ser una férrea voluntad de participación activa en los destinos del Estado; una conjunción de astucia y de fuerza —de zorro y de león— en constante equilibrio, al azar, lo contingente, lo que en cualquier momento puede ocurrir.

La virtud es acción. La fortuna, esperanza. Aquella es impulso creador, ésta, casualidad, anhelo.

Para Maquiavelo las repúblicas o los principados se adquieren por las armas propias o por las ajenas, por la suerte o por la virtud.

El príncipe que confía ciegamente en la fortuna perece en cuanto ella cambia. Feliz el que concilia su manera de obrar con la índole de las circunstancias; desdichado el que no logra armonizar una cosa con la otra.

“La ‘causa’ de la buena o mala fortuna es hacer que el propio modo de proceder concuerde con los tiempos; porque algunos hombres proceden con apresuramiento, otros, con respeto y cautela, y en el uno o el otro de esos modos se exceden de los límites correctos, incapaces de observar la ‘verdadera vía’.” Esa “verdadera vía”, es una vía de en medio en el sentido de combinar los extremos: virtud y fortuna. Por eso, en el difícil arte de la política se yerra menos, según Maquiavelo, cuando el político actúa con la acertada habilidad y prudencia de acuerdo con los tiempos y sabe regular su conducta, procediendo según su propia naturaleza, cuando ésta coincida con las circunstancias y los hechos del momento.

MAQUIAVELO III

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

III/VII

3.- Maquiavelo y el príncipe

Maquiavelo vive en la etapa de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Él, indudablemente, es un hombre del Renacimiento. De estatura alta, cuerpo delgado, modesta elegancia en la manera de vestir y en su conducta diplomática; cabello severamente peinado hacia atrás; frente amplia; ojos pequeños, pero incisivos; nariz perfilada; labios delgados; pómulos salientes; barbilampiño; manos extremadamente cuidadas; dedos delgados, cuyos movimientos revelan el ejercicio del estilo en el arte de escribir.

En 1494, al implantarse la República en Florencia, fue segundo canciller y secretario de Los Diez de la Libertad y la Paz, un comité ejecutivo encargado de asuntos internos, externos y militares. Durante quince años se desempeñó como funcionario eficaz, cumpliendo a satisfacción y lealtad, misiones diplomáticas en Francia, Suiza y Alemania.

Nicolás Maquiavelo participa activamente en la vida política de Italia. Agudo en la percepción, observa con espíritu analítico el sistema de gobierno de su patria y lo compara con los de otros países de Europa que conoció en sus misiones diplomáticas, extrayendo de sus observaciones y de los ejemplos del pasado, el método y carácter de su filosofía política. Interesado fundamentalmente por las cuestiones de su tiempo, la realidad del presente mueve los esfuerzos de su penetrante atención; a la luz de su óptica de laboratorio somete a estudio los hechos y a los hombres, para obtener las deducciones que apoyarán sus tesis, buscando en los recuerdos de la historia la comprobación de sus conclusiones.

En las noches florentinas, a la usanza de las reuniones griegas en el Liceo o en el jardín de Academo, los jóvenes del Renacimiento se reúnen en los jardines de Berhardo de Rucellai, cuñado de Lorenzo el Magnífico, a discutir sobre arte, filosofía o política. Allí, en las conversaciones sale a relucir, como una flor exótica, el pensamiento de Maquiavelo, por eso, cuando se urde la conjura en contra de los Médicis, el hábil secretario de Estado no queda libre de la sospecha de haber exaltado con sus tesis, el ánimo de los conjurados.

Sobrevienen después las series de acontecimientos que habrían de cambiar todo el sistema de vida de Italia; el poderío de Venecia se derrumba, Julio II se une a Fernando el Católico, Ravena contempla el desvanecimiento de las veleidades hegemónicas del monarca Francés, Prato abre las venas del aniquilamiento de la efímera república de Florencia. Regresan los Médicis, Pier Soderini, es desterrado y Maquiavelo corre poco después la misma suerte, cobrándole el gobierno restaurado, con su alejamiento de la ciudad, la sospecha de conjurado y sus desvaríos de imaginativo escritor político.

Pero Maquiavelo no se resigna al ocio, a la sosegada paz rural, ni a la sombra de los árboles a cuyos pies pasaba inadvertidas horas de reflexión, tramando la estructura de sus discursos sobre los diez primeros libros, de la república romana, escritos por Tito Livio. Actor en el drama de su tiempo, quiere retornar a escena. Desea volver a la ciudad, estar presente en la corte y por ello interrumpe el desarrollo de sus discursos para escribir su no bien recibido opúsculo, El Príncipe, que zalamera y cortesanamente dedica a Lorenzo de Médicis, soberbio sobrino de León X.

Así, El Príncipe fue escrito como carta de presentación y sumiso y desesperado afán de volver a la vida política. Basta leer su descriptiva y angustiada carta a Francesco Vettori en el invierno de 1513 para darse cuenta de su estado de ánimo y de la finalidad inmediata:

“A propósito de mi opúsculo, he discutido si convendría hacerlo aparecer o no; y en caso afirmativo, si convenía que lo llevara yo mismo o que lo enviase. En la negativa, temo que Julián ni siquiera lo lea, y que nuestro Ardingheli se atribuya todos los honores de mi trabajo. La necesidad que me aprieta me empuja a publicarlo pues siento que me consumo y que esto no puede durar eternamente sin que, a la larga, la pobreza no haga de mi un ser despreciable; por otra parte, deseo vivamente que los Médicis se decidan a emplearme así fuera para empujar una roca después de lo cual si no hubiera hecho algo para ganármelos, me conformaría. En cuanto a esta obra, si solamente se leyera se vería que los quince años que dediqué a cuidar los asuntos del estado no los pasé durmiendo ni jugando, y cualquiera de ellos debería sentirse satisfecho de poder servirse de un hombre lleno de experiencia que nada les ha costado. Mi lealtad debería estar al abrigo de toda sospecha pues siempre he sido respetuoso de la fidelidad y no voy a dejar de serlo ahora. El hombre que ha servido fielmente y bien durante cuarenta y tres años (que son los que tengo) no puede cambiar su naturaleza; por otra parte, mi pobreza es el mejor testimonio de lo que afirmé”.

MAQUIAVELO II

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

II/VII

2.- Maquiavelo y el estado

El 3 de mayo de 1469 nace en Florencia, Italia, uno de los escritores más controvertidos de todos los tiempos: Nicolás Maquiavelo, a quien muchos consideran el padre de la política moderna. Entre las obras que han inmortalizado su nombre figuran El Príncipe, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, El Arte de la Guerra, La Historia de Florencia y La Mandrágora.

Además de escritor, Maquiavelo fue hombre de Estado. En 1498 es designado canciller del Consejo de los Señores y, posteriormente, secretario de Estado. Hábil diplomático, en los quince años que duró en el cargo realizó 23 misiones en el extranjero, desempeñadas con elegante astucia y extraordinario conocimiento de las reacciones humanas. Enemigo de los Médicis fue depuesto cuando éstos, en 1512, toman el poder. Pasado algunos años es amnistiado por el papa León X y vuelve a Florencia, donde muere en 1527.

Estamos en el ocaso de la Edad Media y en los albores de los tiempos modernos en la vida política europea. El crepúsculo señala en declive la sombra del Imperio, la amarga derrota de la soberanía papal, la extinción del poderío de los señores feudales y los rotundos y frescos aires de los reinos nacionales que, como Inglaterra, Francia o España deslindan su crecimiento, pregonando a voz en cuello un renovado lenguaje político.

Esa nueva forma de expresión es asimilada por la Italia renacentista del siglo XV y comienzos del XVI. Aquella península en forma de bota vive momentos de convulsión interna. En vez de unidad es evidente la multiplicidad de señoríos y dominaciones. Así, en el Sur, el poder lo ostenta el reino de Nápoles; en el centro, los Estados Pontificios; en el Norte, multitud de ciudades, que como lascas del antiguo Reino de Italia se apiñan en el vasallo recuerdo del emperador: Florencia, Pisa, Génova, Mantua, Milán y Venecia. Convertida en campo de muerte, Italia es el centro marcial en el que miden sus fuerzas los partidarios del poderío papal, del emperador y de los reyes de España y Francia.

Aprovechando el ocaso de los poderes tradicionales, algunas ciudades, lograda su independencia, surgen como verdaderas repúblicas urbanas. Tales son los casos de Florencia y de Venecia que brillaron con luces propias en el comercio, las artes y en la industria e iluminaron el renacimiento humanista con la aureola de su conquistado poder y de su gloria.

Allí, en Florencia, por primera vez cobra carta de ciudadanía universal una palabra nueva tendiente a reducir a unidad todo ese abigarrado conjunto de situaciones políticas: la palabra estado. Nicolás Maquiavelo en el más alto misterio de su inspiración política la estampa en las primeras frases del opúsculo intitulado El Príncipe (1513). En esta pequeña obra, el secretario florentino se propuso investigar a través del método histórico, apoyado en la observación y seguido por la astucia y el sentido común, cuál es la esencia de los principados, cuáles sus diferencias, de qué manera se adquieren, cómo pueden conservarse y por qué causas se pierden.

La frase inicial ha cobrado celebridad porque en ella se encuentra el origen moderno de la palabra estado: “Todos los estados, todos los señores que han tenido y tienen dominación sobre los hombres son estados y son o repúblicas o principados”.

A partir del siglo XVIII la palabra estado recibió su fe de bautismo universal, generalizándose tanto en la literatura científica, como en las leyes y en los documentos políticos, tanto en sentido amplio para referirse a los Estados federales como entidades supremas, y en sentido restringido al hacer alusión a los estados federales.

Más que ningún otro pensador político – expresa George H. Sabine –, fue Maquiavelo el creador del significado que se ha atribuido al estado en el pensamiento político moderno. La difusión de la palabra estado en los idiomas modernos, para referirse a esa persona colectiva de interés público, dotada originalmente del poder soberano, se debe en gran parte a sus escritos. El estado como sistema organizado jurídicamente y que persigue dentro de un clima internacional igualitario su desarrollo y engrandecimiento en sus relaciones con otros estados, se ha convertido en la institución política más poderosa de la sociedad actual. El estado moderno regula y controla a las demás instituciones sociales y las dirige dentro de los lineamientos trazados en sus planes de gobierno en aras de su propio interés.

El papel que el estado así concebido ha desempeñado en la política moderna, revela en forma admirable, la diafanidad con que Maquiavelo intuyó en 1513 la tendencia de la evolución política.

MAQUIAVELO I

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

I/VII

1.- Maquiavelo en La Cuerda Floja

Hace algunos años, en el Teatro del Seguro Social, en la ciudad de Villahermosa, escuché por primera vez a Enrique González Pedrero hablar sobre Maquiavelo. Fue una conferencia inolvidable. Allí, el maestro que impartía la clase de ideas políticas modernas en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, con sentida emoción habló de este personaje del Renacimiento y de sus dos obras fundamentales: el Príncipe y los Discursos sobre la primera década de Tito Livio.

Y así tenía que ser, en la actualidad el político tiene la necesidad de definirse: o se está con Maquiavelo o se está en contra.

González Pedrero, tabasqueño de extracción humilde, estudioso de la política a la que considera —al igual que Maquivelo— un arte, postgraduado en la Universidad de París, nos deslumbró aquella noche villahermosina, al recitar de memoria los consejos que el ilustre florentino da al príncipe. De complexión recia, estatura regular, la tez blanca, cabello castaño entrecano, frente despejada, ojos claros, mirada inquisitiva, aguda, de felino, nariz recta, labios delgados y soberbias maneras de diplomático medieval, hizo la apología, esa noche, del padre de la política moderna y de la concepción de estado, tal cual hoy la conocemos. Sus referencias al capítulo XXII de El Príncipe a la virtud y a la fortuna, son inolvidables.

En 1982, el ayer ideólogo priísta, dio a la imprenta un opúsculo intitulado La Cuerda Floja, que bajo el patrocinio del Fondo de Cultura Económica se ofreció al público en las mejores librerías de la República. La pequeña obra reimpresa, por tercera ocasión en 2006, presenta en la portada un cable de henequén, tenso, en el que se mantiene al centro, en equilibrio, una bola, al parecer de plomo, diseño de Carlos Haces y fotografía de Carlos Franco. El tema se desarrolla en 187 apretadas páginas, divididas en una introducción y cuatro analíticos capítulos. Introducción. I. Maquiavelo: realismo político o la necesidad de la virtud o fortuna. II. El realismo utópico de Tomás Moro. III. Don Vasco Quiroga: utopía y libertad. IV. ¿Hay reglas del juego? Dedicado in memoriam a Manuel Pedroso.

El porqué del título: González Pedrero nos hace recordar el espectáculo en el que, los artistas de circo, deslumbrantemente vestidos con sus mallas llamativas untadas al cuerpo y sus descollantes hombreras cual flores artificiales, hacen su aparición en la pista a los acordes marciales de improvisada banda y después del saludo reverencial al público se dan a la fascinante tarea de ejercitar equilibrios en la cuerda floja ante la atónita mirada del público y la prevención de la red protectora por si acaso el inesperado accidente pudiera provocar la caída del principiante o la pérdida de equilibrio del viejo artista del hambre. “Más tarde – nos dice el autor- me he preguntado muchas veces si la política, la teórica y la práctica, no será como aquel espectáculo tan peligroso cuando se ejecuta sin red. Y en la política verdadera, en la Historia, no hay redes protectoras. Me he preguntado si la política no vendrá a ser, entre todas las actividades del hombre, la que más participa en la esencia de la vida, esa peripecia azarosa que empezamos un día, sin saber cómo, trepados e un una cuerda floja”.

Sí, en la cuerda floja, entre el realismo y la imaginación. Entre la verdad real y la verdad política. Guardando siempre el equilibrio, a veces sosteniéndose en el pie izquierdo, a ratos en el derecho, con las infinitas ansias de permanecer en el centro, ante la mirada atónita del público y el espectro del porvenir que anuncia, bajo el maquillaje, caras conocidas, en el quehacer divino del arte circense de la política.

¿NO OYEN LADRAR?

¿Es qué en verdad no oyen ladrar los perros?

Y allí va, cuesta arriba el viejo de la triste figura, lanza en ristre, montado en su jamelgo fantástico, presto a arremeter contra molinos de viento. Lo acompañan la claridad del día, el hermoso paisaje de otra alborada plena de ideales y su inseparable escudero siguiendo a prudente distancia y montado en su rucio, el trote de Rocinante.

¿Qué les deparará el destino, el mañana, sus ansias de ser? Tal vez ni ellos mismos lo saben.

¿Pero es qué no oyen ladrar los perros?

Cierto que el viaje es azaroso, surcado de fatigas, pero el hambre de infinito es acicate en las almas que tienen fuego interior. Al Quijote no lo amedrenta la espantosa sombra de los buitres; no lo amedrenta el silbido de las víboras; tampoco lo amedrenta la asquerosa carcajada de la hiena. Su trazo en el camino se dibuja en forma elocuente y magnífica sobre las espaldas de montuno, montículo.

¿Y es qué no oyen ladrar los perros?

Los oídos están hechos para escuchar el murmullo del agua, el canto de los pájaros, la presencia del viento y la oración del crepúsculo. Están hechos para escuchar la comprensión de Dios, la palabra fraternal del amigo, la ternura de la madre, la alegría de los niños y el salmo espiritual de la alborada.

¿Pero por qué no oyen ladrar los perros?

Porque los perros ladran en busca o rescate del hueso perdido.

¡Dejad entonces, Sancho, que ladren! ¡Qué ladren los perros! Ellos señalan la ruta. Ellos son dueños del eco, nosotros de la canción.

¡Árreee!, ¡árre, Rocinante! ¡Árree! ¡Si ladran los perros, señal que caminamos! ¡Árreee!

5/10/09

LOS ACARREADOS

Los acarreados son mercenarios del voto. Favorecedores del mejor postor. Subasta pública de intereses partidistas. Seres humanos que transportados en avión, autobuses, camiones de volteo, carretillas de mano o acémilas, toman la condición de carga.

El acarreado espera con ansias fechas preelectorales, concentración de grupos, marchas de protestas, plantones y el advenimiento de los nuevos mesías sexenales que habrán de lograr el milagro del cambio y la modernización.

Los acarreados son adoradores de siglas, memorizadores de proclamas, repartidores de panfletos, recolectores de escoria, simuladores tumultuarios y admirables artistas para embarrar paredes y mantas con nombres y consignas en los que ya nadie cree.

Los acarreados son el eco, nunca la voz. Su grupúscula presencia hace ruido, pero no convence. Desgastadas sus palabras, sus frases percuden el aire con exaltaciones rutinarias que en vez de admiración prohijan lástima por el desdoro en que se manifiestan.

Faltos de oficio, buscadores de beneficio, chambistas en la banca, los acarreados gritan con un sueño de esperanza en el porvenir del candidato en turno.

Los acarreados son de primera, de segunda, de tercera, de cuarta y hasta de quinta categoría. Se les identifica por el transporte en que se les amontona; por el lugar que ocupan en los mítines de plazoleta; en los recintos de lecturas de informes; en las bancas próximas o lejanas al santo patrón en turno.

Vacíos de ideales, carentes de convicciones, agobiadores de conciencias, los acarreados son el emblema vivo de la antidemocracia.

Turbamulta del desprestigio, del rumor, de la parlante consigna, los acarreados medran en su jerarquía desde un taco hasta la sobra de los banquetes oficiales. Convertidos en la hez de los desperdicios de facción o partido, los acarreados aguardan pacientemente la propina o la contra del extenuante desgaste físico de su amotinada presencia.

Los acarreados anuncian. Se preparan. ¡Ya están! ¡Al ataque! ¡Se ve, se siente, acarreados hoy presentes!.

CARTA A NOVEDADES

Señor Director del diario Novedades de Tabasco, responsable de lo que en dicho periódico se publica bajo la firma: redacción.

Me permito exponerle lo siguiente:

Una de las glorias de la cultura tabasqueña lo es el licenciado Francisco J. Santamaría, eminente lexicógrafo y exgobernador del estado. Lo conocí, cuando yo era un joven estudiante de preparatoria en el antiguo Instituto Juárez. Siendo reportero del diario Rumbo Nuevo tuve la oportunidad de entrevistarlo varias veces en la residencia oficial que entonces llevaba el nombre de la esposa de dicho personaje.

La Quinta Isabel, hoy Quinta Grijalva, era atendida por esa distinguida dama Isabel Calzada de Santamaría. Licenciado en Derecho, ameno platicador, maestro, autor de varias obras de literatura y lexicografía entre las que destacan el Diccionario General de Americanismos (Ed. Pedro Robredo, México, 1942), orador de verbo sonoro, destacado jurista, rescatador de la historia y letras tabasqueñas, conocido en los foros como el Juez lince, merece admiración y respeto.

Evidenciando ignorancia acerca de la personalidad de tan ilustre tabasqueño, se sostiene en dicho periódico en el espacio titulado `el Cesarismo en México`: “En el diario de los historiadores tabasqueños, se asienta una anécdota extraña: en su tiempo de gobernador, don Francisco J. Santamaría realizaba una gira por el municipio de Jalapa cuando alguien le hizo un comentario: `Señor mire las muchachas ¡qué bonitas!... la respuesta fue asombrosa: “Yo no vine a ser garañón de la política sino a servir”

Él irresponsable redactor sostiene: “De ahí la duda respecto a su personalidad quedó sembrada porque nunca se le conoció mujer alguna”.

Esa expresión es una falacia. El maestro Santamaría contrajo nupcias en dos ocasiones. En esa época, siendo candidato a gobernador del Estado, en una de tantas giras electorales se le atacó en un periódico, por su edad, a lo que él afirmó que no venía como semental, sino como aspirante al gobierno de Tabasco.

La forma irrespetuosa con que se trata a Santamaría la sentí ofensiva a la memoria de ese eminente tabasqueño.

Los lectores de Novedades de Tabasco, merecemos respeto.

Atentamente:

Dr. Agenor González Valencia

EL ESTADO DEL DERECHO X

EN TABASCO EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

X/XII

8.1 EXCOMUNIÓN IRREGULAR

No obstante – agrega Monroy González-, en principio el dictamen reconoce que pudo haber varias irregularidades de forma y fondo en los juicios realizados durante la lucha armada en contra de los insurgentes. Todavía queda entredicho el acto del entonces obispo electo de Michoacán, ya que canónicamente carecía de autoridad para excomulgar al cura Hidalgo toda vez que su nombramiento no había sido ratificado por Roma. Las decisiones de la monarquía –que había nombrado Abad y Queipo como obispo de Michoacán- quedaban sujetas a la aprobación pontificia, por lo que hay argumento de peso para afirmar que la excomunión pudiera ser declarada como “nula”.

Además, el P. Watson desestimó la veracidad de la “leyenda” de que ambos sacerdotes se les haya rapado la cabeza y las manos durante el juicio de degradación, pues consideró que dicho acto había caído en desuso para el siglo XIX.

8.2 SACRAMENTO Y PIEDAD

Para Hidalgo y Morelos –asienta Monroy González- como hijos de la Iglesia fueron los sacramentos y la piedad lo que les mantuvo en comunión con ella. El Padre de la Patria recibió auxilio religioso y se confesó antes de ser ejecutado; en tanto que, el Siervo de la Nación mantuvo su fidelidad, pues los documentos hablan de testigos que le vieron rezar durante su traslado a San Cristóbal Ecatepec y por visitar devotamente la Capilla del Pocito, en la Villa de Guadalupe antes de su ejecución.

En el trazado histórico documental que según Monroy González será enviado a la LXI Legislatura el P. Watson certificó que, Hidalgo y Morelos, como hijos de la Iglesia fueron sepultados en camposanto y que, incluso, años más tarde sus restos fueron depositados en el recinto más importante de nuestro país la Catedral Metropolitana de México.

8.3 PLENAMENTE RECONCILIADOS

Ya en el pasado –prosigue Monroy González- esta verdad de que tanto Hidalgo como Morelos murieron en el seno de la Iglesia fue respetada por los Arzobispos de México. Mons. Luis María Martínez, instruyó una investigación en la que se resuelve: “Habiendo muerto confesado y absuelto, con esa muerte cristiana cesaron todos los efectos de la excomunión y esperamos con la misericordia infinita de Dios nuestro Señor que salvará su alma” el cardenal Miguel Darío Miranda colocó la bandera de México en el Altar Mayor de la Catedral y oró por los héroes de la patria el 6 de septiembre de 1856.

Años más tarde, el cardenal Ernesto Corripio Ahumada celebró una Misa en honor de los caudillos el 12 de septiembre 1985 en la Parroquia de Dolores, Hidalgo, en el marco de la conmemoración del 175 aniversario del inicio de la Independencia.
Por último, apunta Monroy González que, para la celebración del Bicentenario de la Independencia, también se prevé que el cardenal Norberto Rivera Carrera oficie una Solemne Misa en honor de los insurgentes.

EL ESTADO DEL DERECHO IX

EN TABASCO EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

IX/XII

7 RETRATO HABLADO DE MORELOS

Era moreno, de estatura media, complexión regular, frente despejada, ojos oscuros, nariz perfilada, labios gruesos, boca mediana, barbilampiño, siendo característico en él, la cabeza protegida por un paliacate anudado hacia atrás.

7.1 MORELOS Y LOS SENTIMIENTOS DE LA NACIÓN

Con la ejecución de sus iniciales líderes, la rebelión por la independencia nacional sufrió un resentido revés, ya que convertido en irrefrenable movimiento popular el esfuerzo libertario no se detuvo, su continuador fue un ejemplar caudillo, un sacerdote católico imbuido del razonamiento de la Ilustración, heredero ideológico y moral del benemérito Hidalgo. Este hombre al que todos hemos conocido e identificado por el paliacate cubriendo su cabeza, fue José María Morelos y Pavón. Como aquél, ofrendó su vida para la construcción de un nuevo país, que a pesar del tiempo transcurrido, de aquellas luchas que muchos en el presente aún pretenden destruir. Traigamos a la reflexión y a la nostalgia el texto de Los Sentimientos de la Nación escrito por Morelos:

Que la America es libre e independiente de España y de todo otra Nación, Gobierno o Monarquía y que así se sancione dando al mundo las razones. Que la religión católica sea la única sin tolerancia de otra.

Que todos sus ministros se sustenten los diezmos y primicias, y el pueblo no tenga que pagar más obvenciones que las de su devoción y ofrenda.
Que el dogma sea sostenido por la jerarquía de la Iglesia, porque se debe arrancar toda planta que Dios no plantó.

Que la Soberanía dimana del pueblo, el que quiere depositarla en el Supremo Congreso Nacional Americano, compuesto de representantes en las provincias en igualdad.
Que los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial estén divididos en los cuerpos compatibles para ejercerlos.

Que funcionaran cuatro años los vocales, turnándose, saliendo los más antiguos para que ocupen el lugar los nuevos electos.

La dotación de los vocales será una congrua* suficiente y no superflua, y no pasará por ahora de 8,000 mil pesos.

Que no se admitan extranjeros, si no son artesanos capaces de instruir y libres de sospecha.

Que los Estados mudan costumbres y la Patria no será del todo libre y nuestra mientras no se reforme el Gobierno, abatiendo el tiránico, substituyendo el liberal y echando de nuestro suelo al enemigo español.

Que las Leyes que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto (…)

Que para dictar una ley se haga junta de sabios, para que proceda con más acierto y exonere de algunos cargos.

Que la esclavitud se proscriba y lo mismo la distinción de castas, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud. Que nuestros puertos se franqueen a las naciones extranjeras amigas, pero que éstas no se internen al reino por más amigas que sean.

Que a cada uno se le guarden sus propiedades y respeten su casa como en un asilo sagrado.

Que no se admita la tortura.

Que se establezca por Ley Constitucional la celebración del día 12 de diciembre en todos los pueblos, dedicado a la Patrona de nuestra Libertad, María Santísima de Guadalupe.

Que las tropas extranjeras o de otro reino no pisen nuestro suelo (…)
Que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que nos agobian y se señalen a cada individuo un cinco por ciento de semillas y de más efectos o otra carga igual a la Alcabala, el Estanco, el Tributo y otros (…)

Que se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa Libertad comenzó (…) recordando siempre el mérito de grande héroe, el Sr. Dn Miguel Hidalgo y su compañero Don. Ignacio Allende

Chilpancingo, 14 de septiembre de 1813 José Ma. Morelos (Rúbrica).

8 HIDALGO Y MORELOS

Felipe de J Monroy González Según el periódico Desde la fe manifiesta que, finalmente la Iglesia Católica, dictaminó que los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos no murieron excomulgados como se presume en la historia oficial.
Dicha información fue difundida por el P. Gustavo Watson Marrón director del Archivo Histórico del Arzobispado de México y de la basílica de Guadalupe, quien fuera comisionado por el cardenal Norberto Rivera Carrera para investigar y resolver un fallo a propósito de la situación canónica de los Padres de la Patria.

El dictamen asegura que las excomuniones a los insurgentes no fueron procesadas por el levantamiento independentista ni por sus ideas políticas y sociales; “en realidad fue por haber atentado en contra de civiles y contra religiosos –y sus bienes- durante las campañas militares”.

De acuerdo con nuestro estudio histórico- afirma Monroy González-, ocho días después del inicio de la lucha de Independencia (24 de septiembre de 1810) el obispo electo de Michoacán Manuel Abad y Queipo promulgó el edicto que declaraba que Hidalgo había incurrido en excomunión por “haber atentado contra la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamácuaro y de varios religiosos del convento del Carmen de Celaya aprisionándolos y manteniéndolos arrestados”. El mismo Hidalgo confesó su participación de agresiones contra españoles y criollos en dos campañas militares.

Por semejantes razones al cura José María Morelos y Pavón se le ordenó la excomunión el 22 de julio de 1814.

EL ESTADO DEL DERECHO VIII

EN TABASCO EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

VIII/XII

6.4 LA MALDICIÓN DE HIDALGO

El alzamiento convocado por Hidalgo es y ha sido para los sectores más reaccionarios no sólo de la sociedad novohispana, sino también de la presente, una forma de desafío hasta al Dios mismo. El obispo de Michoacán, (entre 1810 y 1815), Manuel Abad y Queipo quien excomulgó a los insurgentes, preparó el siguiente Decreto para el caso específico de Miguel Hidalgo. Este texto muestra de qué manera parte de la alta sociedad se sentía vulnerada –y aún se sigue sintiendo-, en lo más hondo de sus nobles y soberbios principios por el levantamiento ocurrido en Dolores. Y así describió:

Por autoridad del Dios Omnipotente, El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo y de los santos cánones, y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominaciones, papas, querubines y serafines: de todos los santos inocentes, quienes a la vista del santo cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción, y de los santos mártires y santos confesores, y de las santas vírgenes, y de los santos, juntamente con todos los santos y electos de Dios: sea condenado Miguel Hidalgo, excura del pueblo de Dolores.

Lo excomulgamos y anatemizamos, y de los umbrales de la Iglesia del todo poderoso Dios, lo secuestramos para que pueda ser atormentado eternamente por indecibles sufrimientos, justamente con Dathán y Habirán y todos aquellos que le dicen al señor Dios: ¡Vete de nosotros, porque no queremos ningunos de tus caminos! Y así como el fuego es extinguido por el agua, que se aparte de él la luz por siempre jamás.
Que el Hijo que sufrió por nosotros, lo maldiga. Que el Espíritu Santo, que nos fue dado a nosotros en el bautismo, lo maldiga. Que la Santa Cruz a la cual Cristo, por nuestra salvación, ascendió victorioso sobre sus enemigos, lo maldiga. Que la santa y eterna madre de Dios, lo maldiga. Que San Miguel, el abogado de los santos, lo maldiga. Que todos los ángeles, los principados y arcángeles, los principados y las potestades y todos los ejércitos celestiales, lo maldigan.

Que sean San Juan el precursor, San Pablo y San Juan Evangelista, y San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo lo maldigan. Y que el resto de sus discípulos y los cuatro evangelistas, quienes por su predicación convirtieron al mundo universal, y la santa compañía de los mártires y confesores, quienes por su santa obra se encuentran aceptables al Dios Omnipotente, lo maldigan. Que el Cristo de la santa Virgen lo condene. Que todos los santos, desde el principio del mundo y todas las edades, que se encuentran ser amados de Dios, lo condenen (…) que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando, estando de pie o sentado; estando acostado o andando, meando o cagando, y en toda sangría. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza, en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares, en sus labios y en su garganta, en sus hombros, en sus brazos (…) que sea maldito en todo las junturas y articulaciones, desde arriba de su cabeza hasta la planta de sus pies; que no haya nada bueno en él. Que el hijo del Dios viviente lo maldiga. Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven se levanten en contra de él.

Que lo maldigan y condenen. ¡Amén! Así sea. ¡Amén!.

6.5 FUSILAMIENTO DE HIDALGO

Hidalgo compareció ante la “santísima” Inquisición después de ser apresado (21 de marzo de 1811). Varios de sus compañeros civiles de insurrección fueron fusilados antes que él.

La condición sacerdotal de Miguel Hidalgo y Costilla hizo necesario para poder enviarlo al paredón, que primero se le retiraran los hábitos clericales. Martínez García sostiene que esto lo hizo con mucho gusto la Inquisición que lo excomulgó y que lo puso en manos de la justicia civil, la que a su vez estaba supeditada a las autoridades eclesiásticas. Previa excomunión Hidalgo fue enviado a las mazmorras de las que era sacado únicamente para que compareciese antes sus jueces eclesiásticos, mismos que le sometieron a jornadas infamantes.

Antes de su fusilamiento (a las siete de la mañana del 30 de julio de 1811) le fue leída la pena de excomunión, algunas fuentes afirman que fue emitida por el propio papa Pío VII, y uno de cuyos fragmentos se expresan: “Lo excomulgamos, lo anatematizamos y lo secuestramos de los umbrales de la Iglesia del Dios Omnipotente para que pueda ser atormentado por eternos y tremendos sufrimientos, juntamente con Dathán y Avirán (sic)… Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de sus majestad, lo maldiga, y que el cielo con todos los poderes que hay en él se subleven contra el, lo maldigan y lo condenen. ¡Así sea! Amén”.

Posteriormente a la ejecución su cuerpo fue exhibido en la plaza pública; por la tarde cercenaron la cabeza del cuerpo, la pusieron en una caja con sal y la enviaron para que fuera colgada, junto con las de Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, en la alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato.

Sus inquisidores obligaron al padre Hidalgo a estampar su firma en una retractación de sus errores. Y ésa es la base que hoy sustentan Gustavo Watson y Hugo Valdemar para asegurar que el reo murió reconciliado con la Iglesia. Se oculta que la abjuración le fue arrancada mediante torturas y anatemas.

EL ESTADO DEL DERECHO VII

EN TABASCO EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

VII/XII

6.1 ÁNIMO A LA INDEPENDENCIA
Los estudiosos de hechos pasados, sostienen que tanto la Independencia de Estados Unidos como la Revolución Francesa, así como la lumínica Ilustración animaron la forja de la Independencia de México. Mediante el documento conocido con el nombre de la Declaración de Independencia de Estados Unidos en 1776, las trece colonias británicas estamparon con su firma su separación de Gran Bretaña y si esta Independencia fue una lucha contra el colonialismo europeo, la Revolución Francesa lo fue contra el poder de una monarquía absoluta.

6.2 EL GRITO DE DOLORES
Uno de los episodios más significativos en la historia patria es el llamado que hiciera en el pueblo de Dolores, el cura Miguel Hidalgo y Costilla. Fue en la madrugada del día 16, no en la noche del día 15. La alteración en la fecha en que se le conmemora obedece de acuerdo con los historiadores a un capricho de Porfirio Díaz quien se supone ordenó el cambio para que el festejo coincidiera con el de su cumpleaños (15 de septiembre). Pedro García, quien presenció lo sucedido en Dolores sostiene que las palabras de Hidalgo fueron:

“Mis amigos y compatriotas no existen ya para nosotros ni el rey ni los tributos; esta gabela vergonzosa la hemos sobrellevado hace tres siglos como signo de tiranía y servidumbre; terrible mancha que sabremos lavar con nuestros esfuerzos. Llegó el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad; y si conocéis su gran valor, me ayudaréis a defenderla de la garra ambiciosa de los tiranos”.

6.3 TEXTO DE LA PROCLAMACIÓN DE HIDALGO

Veamos la proclamación que dio a conocer Hidalgo en un texto en el que explica las razones del levantamiento:

Para la felicidad del reino es necesario quitar el mando y el poder de las manos de los europeos; esto es todo el objeto de nuestra empresa, para la que estamos autorizados por la voz común de la nación y por los sentimientos que se abrigan en los corazones de todos los criollos (…) Esta legítima libertad no puede entrar en paralelo con la irrespetuosa (?) que se apropiaron los europeos cuando cometieron el atentado de apoderarse de la persona del excelentísimo Sr. Iturrigaray, y trastornar el gobierno a su antojo sin conocimiento nuestro mirándonos como estúpidos.
En vista, pues, del sagrado fuego que nos inflama y de la justicia de nuestra causa, alentaos, hijos de la patria, que ha llegado el día de la gloria y de la felicidad pública de esta America. ¡Levantaos, almas nobles de los americanos!, del profundo abatimiento en que habéis estado sepultadas, y desplegad todos los resortes de vuestra energía y vuestro valor, haciendo ver a todas las naciones las admirables cualidades que os adornan, y la cultura de que sois susceptibles. Si tenéis sentimiento de humanidad, si os horroriza el ver derramar la sangre de vuestros hermanos, y no queréis que se renueven a cada paso las espantosas escenas de Guanajuato, del Paso de Cruces, de San Jerónimo, Aculco, de la Barca, Zocualco y otras; si deseáis la quietud pública, la seguridad de vuestras personas, familias y haciendas y la prosperidad de este reino: si apetecéis que estos movimientos no degeneren en una revolución que procuramos evitar todos los americanos, exponiéndonos en esta confusión a que venga un extranjero a dominarnos; en fin, si queréis ser felices, desertaos de las tropas de los europeos y venid con nosotros; dejad que se defiendan solos los ultramarinos y veréis esto acabado en un día sin perjuicio de ellos ni vuestro, y sin que perezca nadie; pues nuestro animo es sólo despojarlos del mando.

30/9/09

LAICISMO

Desde niño, en la escuela y en el hogar, me enseñaron admiración por la figura del ilustre presidente de México, Don Benito Juárez. A partir del gobierno republicano de este gran hombre se logró la separación de la Iglesia y el Estado. Juárez fundó su política en la doctrina del laicismo, esforzándose por hacer realidad la independencia de los ciudadanos de toda influencia religiosa. A partir de entonces, los gobiernos de México procuran actuar en el ejercicio del poder con absoluto respeto a esa independencia, ya que de no hacerlo así cometerían el delito de lesa Constitución y recibirían la crítica que más tarde será recogida por la historia.

En nuestro país cada quien es libre de profesar la creencia religiosa que más se acomode a su espíritu. Los mismos gobernantes tienen la facultad de ser creyentes o ateos, pero en sus actos públicos tienen el deber de comportarse ajenos a cualquier credo o fe religiosa.

El artículo 130 de nuestra Constitución establece el principio histórico de la separación del Estado y las Iglesias. Igualmente establece en su inciso e) que los ministros de cultos no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán, en reunión pública, en acto de culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios.

El citado inciso establece igualmente: “Queda estrictamente prohibida la formación de toda clase de agrupaciones políticas cuyo título tenga alguna palabra o indicación cualquiera que la relacione con alguna confesión religiosa. No podrán celebrarse en los templos reuniones de carácter político.”.
1
La historia no oficial de México nos enseña que durante tres siglos nuestro país fue receptor de la dominación española, ejercida en materia eclesiástica, por el Regio Patronato Indiano conocido también como Regio Vicariato.

Al triunfo de la Revolución de Ayutla en 1855 los liberales puros asumieron el poder, comenzando a partir de entonces la auténtica reforma liberal que se inicia con la llamada Ley Juárez del 23 de noviembre de 1855 que redujo los fueros eclesiástico y militar; a esta ley siguió la Ley Lerdo del 25 de junio de 1856 que desamortizó los bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas; a dicha ley siguió la supresión que hizo el constituyente de 1856-1857 del principio de la intolerancia religiosa en relación con la católica en el texto de la ley fundamental del 5 de febrero de 1857, cuyo espíritu estuvo presente en las Constituciones que la antecedieron.

La historia reseña que a finales de 1857 los conservadores dieron un golpe de Estado que trajo como consecuencia la anulación de toda la legislación liberal, provocando con ello la guerra de tres años conocida como Guerra de Reforma.

Contra el gobierno ilegítimo se inicia la lucha constitucional y trashumante de Don Benito Juárez hasta establecerse en 1859 en el puerto de Veracruz, desde donde dirige la victoria liberal y expide las llamadas Leyes de Reforma, así como la de libertad de cultos, la desarmotización, el registro civil, el matrimonio civil, la disolución de las órdenes religiosas y el retiro de la intervención eclesiástica en la educación pública. De esta manera se lleva hasta sus últimas consecuencias la reforma liberal.

El artículo 24 constitucional establece que todo hombre es libre de profesar la creencia religiosa que más le agrade y practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. Señala además la prohibición al Congreso de dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna. Igualmente establece que los actos de culto público deben celebrarse ordinariamente en los templos y los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos estarán sujetos a la ley reglamentaria.

En nuestro país, de acuerdo con el texto constitucional, no existe iglesia o doctrina religiosa oficial. Nuestra Constitución sostiene la libertad de creencias como uno de los fundamentales derechos humanos.

El artículo 3º de nuestra Carta Magna sostiene que todo individuo tiene derecho a recibir educación. El Estado –Federación, Estados, Distrito Federal y Municipios- impartirá educación preescolar, primaria y secundaria. La educación preescolar, primaria y la secundaria, de acuerdo con lo establecido por dicha norma constitucional conforman la educación básica obligatoria.

La fracción I de dicho numeral, señala que, garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, dicha educación será laica y por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa.

La fracción II expresa que el criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios

Como se ve, dicho artículo establece las bases constitucionales de la educación en nuestro país señalando los principios y criterios que deben orientar en la educación, agregando en la fracción IV que toda la educación que el Estado imparta será gratuita.

Cabe agregar que la fracción II tiene tres incisos (a, b y c) extraordinariamente importantes. En el inciso a) deja establecido que el criterio que orientará la educación básica obligatoria será democrático, considerando la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. 3

El inciso b) expresa que será nacional, en cuanto –sin hostilidades ni exclusivismos- atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura.

El inciso c) de igual manera establece que dicha educación contribuirá a la mejor convivencia humana, tanto por los elementos que aporte a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando privilegios de raza, de religión, de grupo, de sexos o de individuos.

Dichas disposiciones legales debieran ser conocidas por los maestros y puestas en práctica no solamente por éstos, sino igualmente por quienes tienen a su cargo la administración de la educación pública y la privada, fundamentalmente por quienes en el ejercicio del poder protestaron cumplir y hacer cumplir el texto constitucional.
Tales normas supremas no deben entenderse sólo como reivindicación de la autonomía del Estado frente a la iglesia, esto es, frente al clero o frente a cualquier otra creencia o fe religiosa que menoscabe la soberanía del Estado en el cumplimiento de sus fines, sino también como humano ejercicio consciente del libre albedrío.

Las anteriores reflexiones nos llevan a pensar: ¿qué es el laicismo? Dicho término lo entendemos como principio de la autonomía de nuestra conducta pretendiendo que nuestras acciones se realicen siguiendo reglas propias, sin sujeción o imposición de otras, cuyas finalidades o intereses difieran de los objetivos a que nuestra conducta libremente se encamina. Tal principio es universal y debiera ser invocado legítimamente a nombre de cualquier acción humana considerada legítima, entendiéndose por acción o actividad legítima toda aquella o aquellas que no obstaculicen, destruyan o imposibiliten a las demás, y sigan con total independencia el proyecto o ruta trazada del objeto o finalidad positiva que afanosamente se pretenda.

EL ESTADO DEL DERECHO VI

EN TABASCO EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

VI/XII

5 HIDALGO Y LA INDEPENDENCIA

5.1 LA REBELIÓN DE YANGA

Antes de hablar del movimiento libertario de la Independencia, fijemos el recuerdo histórico en la rebelión de Yanga.

En el trayecto del régimen colonial se manifestaron intentos aislados de diversos grupos sociales que aspiraban a la mejoría de sus condiciones de vida y liberarse de la explotación a la que se hallaban uncidos. México no es un sólo México, somos muchos México, no hay una sola expresión idiomática, hay muchas ya que la riqueza de dialectos semejante a la de nuestros trajes típicos, es mucha y sirven de expresión, de transmisores de ideas, de conceptos, revelaciones y de unidad étnica en nuestras diversas manifestaciones de cultura. La vida de los indígenas en nuestro país fue y es precaria, indiferente al sentimiento de quienes en su soberbia de poder o de rango oficial o empresarial, son insensibles a la angustia de la inmensa mayoría que por temor a la nada elevan plegarias de resignación y de divinas esperanzas.

Si la vida de nuestros indígenas es desesperante, la de los esclavos negros antes de la Independencia era superior en angustias, en miserias y en eslabones de una humillante cadena de sufrimientos. Yanga, esclavo negro, habría de convertirse en lejano precursor de nuestro grito libertario, desafiando a la autoridad virreinal. Sus raíces familiares procedían de la zona del Congo o Gabon, narran las crónicas que al parecer era hijo de un rey que gobernaba la región del alto Nilo. Su nombre no lo registra la historia, sin embargo, lo apodaban “el Yanga” que, en su lengua materna significa “rey o príncipe”. Es llevado a Veracruz para tomar parte en labores de recolección de la caña de azúcar. Unido a otros esclavos decide huir de la hacienda de la Concepción donde vivían, y buscar la libertad de los negros. En torno al año de 1570 Yanga y sus compañeros se refugian en las montañas cercanas al Pico de Orizaba. Estos rebeldes carecían de lo indispensable para vivir y obtenían sus sustentos gracias a sus amigos, en las haciendas de la zona agrícola entre Córdoba y Orizaba o robando los cargamentos que se transportaban entre la ciudad de México y el Puerto de Veracruz. Llega el año de 1609, la rebelión provoca inquietud, incluso en la ciudad de México. Por tal motivo las autoridades virreinales decidieron ponerle fin. Desde la ciudad de Puebla parte una expedición encabezada por el Capitán Pedro González de Herrera. El 20 de Febrero recibe un mensaje de Yanga, en el que manifestaba haber huido con sus hombres para liberarse de los malos tratos que recibían. Tras años de trabajo, Yanga viejo y cansado, nombra nuevo jefe para sus 500 hombres, éste se llamaba Francisco de la Matosa y era originario de Angola. Lo llamaban Ñanga o “el hijo de Yanga”, hubo algunos combates en los cuales los militares triunfaban en todo, se narra que en una ocasión entraron al pequeño poblado donde habitaban los negros. Yanga y sus hombres lograron de nuevo esconderse en las montañas. Se prolongó la situación; los enviados del virrey decidieron celebrar un pacto con Yanga. Éste les ofreció la paz a cambio de un territorio libre de la esclavitud donde pudieran vivir él y los suyos. A cambio les prometía cumplir con todas sus obligaciones como ciudadanos: obedecer a la corona española, ayudar si había guerra con otro país y pagar impuestos. Después de considerar dichos ofrecimientos la corona española aceptó ese plan de paz y así se fundó una nueva población a la que se dio el nombre de San Lorenzo de los Negros, cerca de la ciudad de Córdoba. A partir de 1932 ya como un municipio de Veracruz, el pueblo se llama Yanga. Vuela el pensamiento. Llega hasta ese lugar, la luna ilumina el poblado. La gente descansa. A la mañana siguiente, los pájaros en libertad cantan su gozo; los hombres salen a la diaria tarea. No hay fijación en el color de la piel, hay fijación en las manos libres y en el corazón florecido de esperanzas, Yanga lleva en su nombre sonido de percusión y aliento de gloria.

6 RETRATO HABLADO DE HIDALGO

La lectura de la historia de la Independencia de México, da elementos a la imaginación para construir el retrato hablado de D. Miguel Hidalgo y Costilla. Así lo vemos: de estatura media, la tez blanca, avanzada calvicie, frente amplia, ojos azules, nariz perfilada, labios delgados, boca chica, erguido, sosteniendo en la diestra un estandarte que lleva la imagen morena de la virgen de Guadalupe a la que los historiadores oponen a la española virgen de los Remedios. Se le mira con admiración y respeto arengando a la muchedumbre con voz enérgica y decisión.

EL ESTADO DEL DERECHO V

EN TABASCO EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

V/XII

Exaltado al trono del Primer Imperio mexicano, D. Agustín de Iturbide, Tabasco se adhiere a ese gobierno y el Ayuntamiento de Villahermosa así como los jefes militares Manuel María Leyton y José Antonio Rincón, quienes envían parabienes al Emperador felicitándolo por haber “llegado a tal grado de excelsitud” y dándole cuenta cómo se desarrollaron las festividades en honor de tan magno acontecimiento.
En el país continúa la lucha revolucionaria republicana; Iturbide es derrocado y el coronel D. José Antonio Rincón -quien durante el efímero imperio de Iturbide gobernara a Tabasco como Jefe Superior Político-, entrega el mando a D. Pedro Pérez Medina el 3 de mayo de 1824; el 8 del mismo mes y año se encarga del gobierno del estado D. Agustín Ruiz de la Peña con el carácter de Gobernador Provisional.
Mestre Ghigliazza – citado por Del Águila- manifiesta que en una de las originalidades de nuestra historia local, el partido popular acaudillado por Ruiz de la Peña se encontraba fuertemente aliado a los españoles ricos de la Provincia, a los mismos que, si no engañan las crónicas, habían hecho cruda guerra a algunos gobernantes de aquella, durante la última década del virreinato, porque no se plegaron a favorecer sus negocios mercantiles. El Partido que más adelante fue Centralista era al contrario, por convicción, o por interés político, enemigo de los peninsulares, o mejor dicho, de su incontrastable influjo en la administración pública tabasqueña. – Advierte Mestre-, la hostilidad de los iturbidistas al elemento español. Con estos datos y habida cuenta del carácter rígido de la Ordenanza, y el honrado a carta cabal, Coronel José Antonio Rincón, resultaba imposible el despejado ejercicio de su mando militar. Vivía en el seno de una sociedad cuya mayoría le era hostil, y tenía por adversario a un gobierno hechura de aquella. En consecuencia, Rincón es depuesto de su cargo de Comandante General de Tabasco a través de una asonada el 14 de junio de 1824 y puesto en prisión, seguidamente es remitido a Cunduacán, más tarde a Teapa y posteriormente a Jalapa; nombrando el Gobierno, Comandante General, al Coronel D. Francisco Javier de Tejeda. Rincón se había negado a prestar juramento de obediencia al H Congreso del Estado, colocándose en abierta pugna con el mismo Congreso y con el gobernador, según manifiesta Gil y Sáenz . La prisión del Comandante General, se debió –según versiones- a una noticia falsa: el asesinato del Capitán José María Jiménez por orden de Rincón. D. José Víctor Jiménez, hijo del aludido Capitán, en sus “memorias” manifiesta: “Sin estar mezclado en la conspiración formada en contra del Comandante General D. José Antonio Rincón tomé sin embargo parte principal en ella, impulsado por la falsa noticia de que había muerto mi padre en la prisión en que lo tenía el expresado jefe, poniéndome al frente de mi compañía y marchando a aprehender a éste”.

Bernardo Del Águila Figueroa sostiene que el primer Gobernador constitucional de Tabasco lo fue D. Agustín Ruiz de la Peña, elegido de acuerdo con lo preceptuado por la constitución de 1825, en su Capítulo IV.

4.6 CONVICCIÓN DOGMÁTICA Y CONVICCIÓN RACIONAL

La guerra de Independencia en nuestro país, no fue un proceso aislado, fue parte de un movimiento global en el que muchos países, inspirados por la Ilustración se liberaron de los gobiernos coloniales y, en algunos casos, de la autoridad real. Los fenómenos revolucionarios ocurridos entre los siglos XVIII y XIX llevan la marca de una nueva ideología que animó el espíritu de regímenes y estructuras de gobierno característicos de la modernidad.

Diferente a lo que suele creerse de las revoluciones que modificaron el mundo en el periodo de la Ilustración, incluyendo el caso de la guerra de Independencia en México, no siempre emergieron como levantamientos populares de masas oprimidas. Su origen estuvo, por lo general, en el estrato social de una burguesía culta, inspirada por las ideas de filósofos ilustrados. De esta forma, las luchas armadas y los enfrentamientos en el campo de batalla, dieron origen a una revolución del pensamiento, que tuvo consecuencias importantes en todos los ámbitos de la acción humana, transformando para siempre las ideas relacionadas con Dios, la razón, la naturaleza y el buen gobierno.

A partir de ese principio que cedió a la razón, a la reflexión, a la demostración, agitando sus alas en ansias de aprehender la realidad, el mundo hizo la diferencia entre convicción dogmática y convicción racional. Así la humanidad en su tránsito terrenal, guiada por las luces de la Ilustración busca con ansias de triunfo no sólo la salvación del alma, sino también la conquista del conocimiento, la libertad y la felicidad.

29/9/09

EL ESTADO DEL DERECHO IV

EL ESTADO DEL DERECHO EN TABASCO EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

IV/XII

4.1 GOBERNANTES DE TABASCO EN ESTA SEGUNDA ÉPOCA

En esta segunda época, desde 1823 a 1831 gobernaron el estado de Tabasco: D. José Antonio Rincón, desde la época pasada hasta el 14 de junio de 1824; D. Agustín Ruiz de la Peña, provisionalmente, desde el 8 de mayo de 1824, y después, constitucionalmente, hasta 1829 y 30.

Gil y Sáenz señala entre los gobernantes, a D. Marcelino Margalli, desde 1828 poco tiempo, entrando enseguida el vice D. Santiago Duque de Estrada, hasta el 10 de septiembre del mismo año, en que se le concede licencia para ir a Campeche; enseguida D. Pedro José García, como primer vocal del Consejo, hasta el 8 de noviembre en que volvió el vice Estrada; después gobernó Ruiz de la Peña y luego se proclamó el Centralismo hasta el año de 1830. D. José Rovirosa gobierna desde el año de 1830 hasta 1832 en que muere siendo gobernador.

4.2 REFORMA CONSTITUCIONAL

El 15 de noviembre de 1831 la VII Legislatura del Estado decreta la Constitución política reformando la de 1825, en atención a su artículo 221; y el 16 del mismo mes y año es sancionada y publicada por el Sr. Rovirosa.

4.3 VILLA-HERMOSA A RANGO DE CIUDAD

Anotamos: el 27 de octubre de 1826, el Congreso Constitucional eleva al pueblo de Villa-Hermosa a rango de ciudad, denominándole San Juan Bautista de Tabasco, siendo presidente del Congreso, D. Narciso Santa María y secretarios, D. Juan Antonio de Sala y Oramas, y el Sr. MacDonell y, en ejercicio del Poder Ejecutivo, como vice-gobernador, D. Marcelino Margalli, y secretario D. Joaquín Burelo.

4.4 COMIENZO DE LA REPÚBLICA Y GOBERNANTES DE TABASCO (1831 – 1840)

La segunda época de la Independencia, comienza con la República, que el 9 de abril de 1824 proclamaron los tabasqueños, al declararse en México la terminación del Imperio, erigiendo (sic) a la Provincia en Estado Soberano.

En esa época – apunta Gil y Sáenz - gobernaron al Estado, en el periodo que abarca de 1831 a 1840, los mandatarios siguientes: D. José Rovirosa, que como ya anotamos, gobernó desde la época pasada hasta septiembre, fecha en que falleció. D. Manuel Bueltas como vice y luego electo gobernador, hasta 1834; y en las faltas del propietario, D. Antonio Conde García o D. Juan de Dios Salazar. D. Narciso Santa-María desde 1834 hasta principios de 1835. Después, D. Eduardo Correa, como vice-gobernador, hasta 1836. El general D. José Ignacio Gutiérrez, desde 1836 hasta noviembre de 1840. El general D. Juan Pablo Anaya, poco tiempo. Estuvo después D. Francisco de Sentmanat, D. Fernando Nicolás Maldonado y D. Francisco Díaz del Castillo, así como D. José Julián Dueñas, como primer vocal de la Junta Departamental hasta 1841.

4.5 ÚLTIMO PERIODO DE LA SEGUNDA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

Entramos al último periodo de la segunda época de la Independencia (1840 – 1850). En este espacio de tiempo gobernaron a Tabasco las siguientes personas: D. Pedro Requena, poco tiempo, ya que en seguida se hicieron las elecciones de gobernador. D. José Víctor Jiménez hasta 1841, como gobernador constitucional, siendo vice-gobernador D. Justo Santa Anna y sub-vice D. Francisco Díaz del Castillo. D. Francisco de Sentmanat, hasta el 11 de junio de 1843. D. José Julián Dueñas dos meses, desde el 12 de julio de aquel año hasta el primero de septiembre del mismo. El general D. Pedro de Ampudia, hasta 1845. D. José Víctor Jiménez, hasta la revolución de Martínez Pinillos, Bruno y Montero, año de 1846. El coronel D. Juan Bautista Traconis, desde el 14 de agosto del mismo año. D. Justo Santa Anna desde el 13 de febrero de 1847 hasta 1849, siendo vice-gobernador D. José Julián Dueñas y sub-vice D. Encarnación Prats. D. José Julián Dueñas desde febrero de 1849 hasta octubre de 1850, siendo vice-gobernador D. Gregorio Payró. D. Juan Manuel Torres, interino, nombrado por el Congreso del Estado desde el 14 de octubre de 1850 hasta el 30 de noviembre del mismo año. D. Gregorio Payrò desde el 30 de noviembre de 1850, que por su ausencia del mismo ocupó durante el resto del año el gobierno el vice D. Joaquín Cirilo de Lanz.

Gil y Sáenz señala que cuando consumó el triunfo de la revolución Sentmanat, siendo nombrado gobernador interino D. Pedro Requena, auxiliado por un consejo provisional, se hicieron las elecciones, resultando electo gobernador D. José Víctor Jiménez y vice-gobernador D. Justo Santa Anna; aquel se encarga del gobierno, se elige el Congreso, y entonces el Sr. Sentmanat se retira a la vida privada, conservando siempre influencia en los negocios del estado.

El tiempo sigue su curso. Entre el ayer y el hoy el hombre vive de recuerdos y de ensoñaciones. Es un tejido invisible. Lo que se considera pasado, se hace presente y el mundo circula dentro de su propio círculo. Bernardo del Águila Figueroa, queridísimo maestro que lo fue en el Instituto Juárez, cuya cátedra era pan de centeno mojado en la ternura de profesor, llenaba de gozo nuestra alma de estudiante. En su estudio que repasa la geografía y la historia de Tabasco nos explica que durante el periodo comprendido entre la consumación de la Independencia y la invasión Francesa y el segundo Imperio, Tabasco, como parte integrante de un todo, pasa por las etapas de gestación dolorosa que ineluctablemente tuvo que a travesar el País; etapas en las que la integración nacional “se desarrolla angustiosamente en luchas internas y externas”. D. Emilio Rabasa – señala Del Águila Figueroa-, observa, en síntesis admirable, que “en los 25 años que corren de 1822 adelante, la nación mexicana tuvo siete congresos constituyentes que produjeron, como obra, una Acta Constitutiva, tres constituciones, dos golpes de Estado, varios cuartelazos en nombre de la soberanía popular, muchos planes revolucionarios, multitud de asonadas, e infinidad de protestas, peticiones, manifiestos, declaraciones y de cuanto el ingenio descontentadizo ha podido inventar para mover el desorden y encender los ánimos”, Tabasco no podía sustraerse a aquel afluir de los acontecimientos que se sucedían en la Nación entera en forma confusa, cruenta, desquiciante.

El citado del Águila Figueroa apunta que, el primer gobernador de Tabasco independiente lo fue D. Juan Nepomuceno Fernández Mantecón, con el carácter de Jefe Superior político, de principios de septiembre de 1821 hasta marzo o abril de 1822 , quien victima de intrigas es reducido a prisión en Cunduacán y despojado del mando es conducido a México, sucediéndole en el cargo el Teniente Coronel D. Manuel M Leyton

EL ESTADO DEL DERECHO III

EN TABASCO EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

III/XII

2.1 1821 PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

Los truenos y relámpagos rebeldes alentaban a la población. Los acontecimientos se complicaban para el gobernador D. Ángel de Toro, quien en vano intentaba sofocar a la opinión pública que a favor de la Independencia crecía, manifestándose abiertamente en todos los puntos de la provincia. En México las cosas habían tomado proporciones graves, sin embargo, careciendo Tabasco de imprenta, el espíritu público oprimido, aceptando gobernantes que muchas veces muy a su pesar recibía, únicamente representaba el papel de espectador en esa lucha de titanes, cuando aparecen como meteoro, por el camino real D. Juan N Fernández con 400 jarochos, trayendo la noticia del éxito feliz que había tenido en México la guerra de insurrección a través de los Tratados de Córdoba, que consumaban la victoria del Plan de Iguala gracias a D. Agustín de Iturbide. El Sr. Fernández, situado primero en Huimanguillo, y más tarde en Atasta, venciendo los obstáculos y dificultades opuestos por el Sr. de Toro, logra al fin arreglo pacifico y entra a Villa-Hermosa el 8 de septiembre de 1821, día en que se proclama la Independencia Mexicana y se jura el Plan de Iguala y Tratados de Córdoba, bajo las tres garantías de, Religión, Independencia y Unión; quedando así, a partir de esa fecha el pueblo tabasqueño unido al mexicano; habiendo obedecido Tabasco a España durante 302 años seis meses. El Sr. Fernández se hace cargo de los mandos político y militar, y pone en libertad a los patriotas presos.

D. Ángel de Toro deja el poder y sigue camino a Campeche. Fue el último gobernador del período Colonial.

3 LA INDEPENDENCIA MEXICANA

3.1 PRIMERA ÉPOCA

Juramentado el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, el pueblo tabasqueño se incorpora al mexicano y sigue con éste todas las fases de la política general y experimenta en carne propia las conmociones que el país sufría.
Para su estudio, Gil y Sáenz divide esta parte de nuestra historia de la manera siguiente:

1º- Desde la proclamación de la Independencia, hasta la abdicación de Iturbide.
2º- Desde la caída de Iturbide hasta la proclamación de la Constitución de este Estado en 1831.
3º- Desde aquella fecha hasta el año de 1840.
4º- Desde 1840 hasta 1850.

La primera época comienza desde la proclamación de la Independencia, hasta la abdicación de Iturbide. La segunda, desde la caída de Iturbide hasta la proclamación de la Constitución de este Estado en 1831. La tercera, desde aquella fecha hasta el año de 1840. La cuarta, desde 1840 hasta 1850.

Cabe resumir que en la primera época de la Independencia, el Plan de Iguala duró hasta el año de 1823, en que el Congreso Mexicano declaró insubsistente dicho Plan, terminando con esto el Imperio, pero conservándose las tres garantías: Religión, Independencia y Unión.

La forma de gobierno que se constituyó en México fue la monárquica, gobernando primero la regencia desde el 28 de septiembre de 1821, hasta el 24 de febrero de 1822; y después del emperador Iturbide que ocupó el trono diez meses, esto es a partir de su elección y advenimiento en mayo de 1822, hasta el 20 de marzo de 1823 en que abdicó.

En esa época, Gil y Sáenz anota como sucesos más: notables la proclamación de la Independencia el 8 de septiembre de 1821; la incorporación de nuestro Estado a México, integrándose así a la nación mexicana. Tanto el Gobierno Provisional, como la Regencia y el Imperio, se proclaman y se jura a Iturbide por emperador. El Plan de Casa-Mata, que tiende a la abolición de una parte del Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, lo que trae como consecuencia, la proposición de la caída del Imperio; la fundación del pueblo de San Francisco Estancia Vieja, y la proclamación y reconocimiento en Tabasco del sistema federal el 9 de abril de 1823.

4 SEGUNDA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA (LA REPÚBLICA)

Abdicado Iturbide y proclamada la República, los Estados secundaron el Plan de Casa-Mata. La Asamblea Nacional expide el acta constitutiva de la Federación Mexicana. En esas circunstancias, Tabasco se apresta y pone en actividad sus elementos para alcanzar los fines consignados en el acta federativa. Se advierte que aquí, en la provincia, había una diputación provincial, así como un ilustre Ayuntamiento compuesto de los Srs. Santiago Duque de Estrada, alcalde del primer voto; Manuel José Martí, alcalde del segundo voto; José Urbina de Gálvez; Juan Balier; Manuel Zapata; Marcelino Gil; José del Rosario Ortiz; Anselmo Beltrán; Esteban Fernández, síndico primero, José María Ruiz; Alejandro Morales y, Andrés Joaquín López .