29/3/09

PRESENCIA DE JUÁREZ

EN LA PATRIA

Era un carrizo musical la aurora.

Una nota morena era la Raza.

Eran los ojos del nativo origen

que iban hollando las plantas del silencio.



La noche zapoteca entre dialectos

parió la luz que iluminó este suelo.

Una hermosa semilla sufrimiento

entre huaraches y la piel del pueblo

olorosa a rebaños fue creciendo.



Y llegó la edad de la memoria.

Ovejas de pavor se humedecieron

cuando entre islotes de impaciencia, vieron

viajar al carrizal de la inocencia.



II



Ambuló mi pensamiento hasta las ruinas

que se acomodan en Teotitlán

y en un vaso moldeado por el tacto

descendió mi conciencia al reino mineral.



De las piedras salieron los rostros de los hombres

que una joven cultura vinieron a dictar.

Llevaban el espíritu del tigre

envuelto en tradiciones y pintura mural.



(El sol con su figura guacamaya

borró la obscuridad.

Dejó en aquella parte del planeta,

su presencia solar).



III



Irrumpió la primavera sonrosada

arrancando su fuerza de la Sierra de Ixtlán.

Vino a expender sus frutos desde Oaxaca

y a exhibir la cerámica de Monte Albán.



(La tarde gris de la primera tarde

puso cuatro peldaños a regia ofrenda piramidal).


IV



¡Ah! La Primavera Mexicana

que se inicia con Juárez para nunca acabar.

Tiende sus alas recias y tutelares,

allende el mar.

Tiende su ley de bronce –toga y balanza-,

sonoramente vegetal.

Y abre montañas y cordilleras cantando:

(¡América!,

Con su carrizo musical.



(Desde la cumbre del Cempoaltépetl

el fuego de una raza

comenzó por arder).


V


Miré la adolescencia tristemente olvidada

en medio de su medio natural.

Sentí más cerca la presencia de Juárez

y del barro, el comienzo racional.



¡Ah! la encantada arcilla que allá por Guelatao

al agua silenciosa le dobló las rodillas.

Todo lo que humedece desde el sol a la luna

en el sencillo encanto ingenuamente provincial,

nos sube por la soga del espanto

convertido en laguna primaveral.


VI


Huérfano de alfabeto crece el árbol silvestre

que a todos maravilla.

Y en su mirar concreto,

se va impregnando el pueblo del idioma Castilla.



Transpira vida su noble arquitectura

en la selva del tiempo que le tocó vivir.

A golpes de inquietudes florece la cultura

y al corazón conmueve la Gran Luz por venir.


VII


De Norte a Sur, del Este y al Oeste,

el pueblo soportaba

sus torres de marfil.

Catedrales de diezmos levantaba

y templos de maíz.



Como ceibo viril, descortezado,

hambriento de igualdad y de justicia,

desnudo como el pie del campesino

esperaba su luz el Pueblo Mexicano.



De encomiendas, a criollos,

iba acumulando:

Sus trojes de dolor

esclavizado,

su epidermis al látigo prendida,

los cereales que al alma germinaba,

la cuenta de doliente agricultura,

la sal, el catequismo y el rosario,

la sotana del cura, y del amo,

el santo escapulario.


VIII


Allí estaba la Patria:

Una joven mestiza con harapos,

exhibiendo su ropa desgarrada,

la espiga y el sudor,

la flor del callo,

los surcos de la espalda,

el pulque y su tabaco,

la herencia de Cortés:

idioma-abecedario,

la gota sifilítica

y el piojo castellano.


IX



Benito Pablo Juárez
se presenta:

hermano es de Morelos y de Lincoln,

de Sucre y San Martín,

de Bolívar e Hidalgo,

de Artigas y Martí.



Llegó con su levita

republicana

y su bastón de mando.



(Es fea pero buena su figura

y la mirada enérgica en sus actos).



Quetzalcóatl zapoteca,

toda su vida la ofrendó a la Patria.

Desamortizó la conciencia del pueblo

y separó la Iglesia del Estado.

Jamás el privilegio pudo estrechar su mano,

y a las intervenciones extranjeras

enjuició en Maximiliano.



X



La sangre azul se arrodilló

a sus plantas,

abrazando el orgullo sus rodillas.

Y era entonces la Patria Mexicana,

impasible, serena como el alma

del indio sin mancilla.



(Inútil ruego por inútil causa).



La rubia barba recibió el castigo

que el pueblo ejecutaba.

La neblina del sueño imperial

quedó desvanecida con el alba.



La sangre de traidores vende-patrias,

por el oro y el tiempo coagulada,

como ejemplo de recta ejecutoria

fue también fusilada.


XI



Así el destino de la patria queda

grabado en la corteza de la Historia.

La memoria del Indio se levanta,

renace en cada Marzo Primavera

y es la palabra ¡JUAREZ!, a flor de pensamiento,

el cáliz de la aurora que derritió la cera,

y el justo nombre que a la margen del tiempo

¡derrumba las obscuras estatuas del silencio!

LA MUERTE DEL CADÁVER

¡Cámara! Que se hace visible la Tira y que me apañan: La neta de que con el Cadáver me aventé algunos tiros, pero yo no lo maté. El pertenecía a la banda Spray. Era su machín. La última vez que nos bronqueamos fue en una tocada. ¡Todo por una ruca! Después no lo volví a vidriar. Era un chavo muy chido, muy buena onda, verbeaba que daba gusto; en las roqueadas era el más ganchudo.

Que lo picaron me dicen. Que su banda le hizo un paro a Los Panchitos en territorio de Los Maos y que allí piró. ¿Cómo quiere que yo firme una cantada cargándome así nomás de gorra la muerte del Cadáver si yo no lo enfrié? ¡Nel! Tampoco soy chiva, no se balconee. Cierto que dearina le damos al activo a la cementada, pero eso sí, no matamos a nadie. Y menos al Cadáver.

Si, lo sé, lo sé, soy bien chemo, bien drogo, bien pasta, pero no asesino. Jamás he enfriado a nadie. Si me forjo un toque es para viajar. ¿Asesino?... ¡Nel!

Ustedes se amachinan en que yo afloje, pero la neta: no tengo nada, nada que ver en esa mancha. Ya párenle. La bacatiza que me han acomodado ha sido pareja: de a tehuacanazos limpios; de a mazapanes macizos; de a barquillo mermelada; pero nel, la están regando.

¡Ah! ¿Qué quieren? ¿Qué yo me convierta en cabra? ¡Pues nel! Prefiero seguir el rumbo del Cadáver. ¡Ya chale! Ya me han achicalado de a buti. ¿Cómo quieren que después al vidriarlos no le arda a uno el rencor? Les hablo al chile: la cana no me apantalla. Sí, es cierto.

Mi chante se encuentra en ese territorio donde fue la redada. Allí cotorreamos. Allí todos somos carnales. Pero dénse cuerda, la mayoría camelleamos con las franelas en los cruceros. ¿Qué otro chance tenemos? Discútanse. El cadáver muerto está. Apañen al culpable

¿Qué transa con nosotros?

TENER O SER

La vida del ser humano, del hombre o de la mujer, es decisión. La vida no admite términos medios: se es o no se es. No hay vasos medio llenos ni hay vasos medio vacíos. Los vientos soplan al norte o al sur. El crepúsculo suele amedrentar a los indecisos.

Quien se afana por tener sin importarle dejar de ser, pierde en la ambición toda esperanza. Quien lucha infatigablemente contra tempestades, contra amarguras, contra frustraciones, contra el hambre o a pesar de ésta, contra la miseria, cubre su espíritu con harapos de gloria en la heroica y ejemplar tarea de ser.

La felicidad no está fuera de nosotros. Se encuentra dentro de nosotros mismos. Lo importante es descubrirla y cual diamante pulirla amorosamente para que en sus aristas brille diáfana y celeste la sensibilidad de quien la posee con amorosa ilusión.

Unos la encuentran en la música, otros en la poesía. Otros en el drama, en la tragedia, en la comedia, en la escultura, en la pintura, en la arquitectura o en el bellísimo ritmo danzante de su cuerpo. Otros, en el resultado de una útil y honrosa jornada de trabajo. En toda tarea el valor supremo es la digna realización. Es el ser, que ha llegado a ser.

Quien troca valores permanentes del espíritu, por valores de cambio o de uso, degrada su condición de ser y abate sus alas cual ave agavillada en búsqueda inútil de satisfacciones mundanas.

Quien por tener deja de ser ejemplifica en su conducta la materialización de quien pierde el impulso creativo en efímeros triunfos de transitoria presencia.

Se es por vocación del espíritu. Se deja de ser, por insana ambición.

El hombre es no por herencia, sino por impulso vital que aniquila adversidades.

Los seres vivientes responden a su propia naturaleza. Así, el quetzal no resiste el cautiverio; el león no se resigna a los barrotes de una jaula; la serpiente es indomesticable y el alacrán jamás respeta pacto de no agresión.

En las manos del hombre o de la mujer está escrito su destino. La decisión no contempla dudas. La cuestión es ésta: tener o ser.

LA CANCIÓN...

DE LA ESPERANZA.

Hace algún tiempo leí unos versos cuyo título del poema es “El sembrador”. El poeta aconseja sembrar, siempre sembrar. Ese ha sido el consejo que a mi vez le he transmitido siempre a mis alumnos: ¡Hay que sembrar! Hay que preparar la tierra para que amorosa recoja la simiente y para que ésta en su oportunidad rinda las mieses.

Se siembra en el campo con la esperanza de que el fruto del honrado trabajo tenga con la bendición de la lluvia la sorpresa de la fertilidad y asombre a la alborada con la verde cosecha coronada de luz y que el ritmo del viento sea una canción de amor y de ilusiones ciertas.

Se siembra en la fábrica a puño de cincel y de martillo, timbrando la fuerza del impulso vital de los obreros que hacen de la faena diaria el rito gozoso de la distribución de tareas socialmente útiles.

Se siembra en la oficina cuando se trabaja con amor, cuando el trabajo luce y cuando la alegría aflora en esa comunicación de corazones que saben compartir actividades responsables y positivas.

Se siembra en la escuela cuando el maestro de vocación desbroza senderos y orienta y comprende y conduce y se identifica con sus alumnos.

Todos los hombres del mundo debiéramos ser sembradores permanentes de dicha, de amor, de ternura y de luces para el porvenir.

¡Ay! Pero qué triste, qué lamentable, qué frustrante es encontrar cual árboles secos, sin alientos, desfallecientes, ciegos de espíritu a quienes a las márgenes del camino de los sembradores, viven muriendo en una quietud sin esperanza, en un lastimero y resignado conformismo, en un esperar que otros realicen la tarea a ellos asignadas. Ese vivir es un vivir de bruces, sin dar la cara a la realidad.

¡Ay!, qué doloroso es contemplar a gente fuerte, sana, joven, dilapidar su tiempo de ensoñaciones en fuegos fatuos, artificiales, en los que el “no ser” lanza frágiles destellos de efímera admiración por la nada que nada construye y que sí en cambio todo lo desmorona y destruye.

Los sembradores de siempre, abrimos al alba nuestros ojos emocionados ante la luz del día, sonreímos al contacto con los honores que a la naturaleza les hacen los trinos silvestres, el viento, la lluvia o el sol que infatigable acompaña a depositar los granos de felicidad inmarcesibles.

Nosotros no lloraremos mañana. A la hora del crepúsculo, cuando los últimos rayos del sol se oculten en el horizonte y la noche con su tocado de viuda nos anuncie la muerte del día, elevaremos nuestros ojos al infinito para cargar nuestras almas de luceros que nos harán sentir que somos, que existimos y que algo de nosotros se ha quedado allí por donde hemos pasado en nuestra infatigable tarea de sembradores.

Los resignados, los apáticos, los egoístas, los avaros de sentimientos, los incapaces de dar, de aportar, ciegos de espíritu hacia el porvenir, mañana llorarán. Ese llanto no será del crepúsculo. Tampoco de la aurora, mucho menos clamor de compasión.

El mar es lejanía, pero el cielo también. La luz es bendición de Dios y la siembra siempre será la canción de la esperanza.

LA ALEGRÍA

La alegría es canto de amor y canto de esperanza. Es despertar al alba con trinos de jilguero. Es vino del crepúsculo sobre la mantelería del cielo, derramado en manchas de nubes y de luz.

Caminante alegre, el sol con sus dorados pasos calienta la tierra y hace germinar la canción de vida en la ribera, en la montaña, en la sabana y en los labios sedientos por nostalgia.

La alegría es flor del corazón. Savia que asciende desde las raíces hasta el fruto que madura en gajos de anhelos mecidos por el viento, suspendidos a la altura del paisaje.

El sembrador de esperanzas llena sus alforjas de alegría, esparciéndola como una eterna y antigua milagrería de espejos y hojalata.

La alegría es el ensueño de la madre acunando en sus brazos al recién nacido.

Es la ternura de la esposa en espera con ansias a quien parte de su ser cumple en su honrado trabajo la gloria de una jornada plena de satisfacciones.

La alegría es despertar del alba sacudiendo sonajas, que son árboles del día. Es la caricia pendiente de una lágrima. Es la redención señalando el futuro de los hombres. Es la pasión convertida en guitarra con mástil de arpegios y cuerdas del alba.

Es la entrega total en unidad de dos, integrados en uno. Es la crucifixión del beso y las nupcias de luna y de lucero.

La alegría es la bendición de Dios transmutada en rocío sobre la piel del mundo.

Es llanto. Sonrisas. Gratitud. Resurrección.

Manos entrelazadas. Inocente ilusión. La alegría es amor.

LIBERTAD

La libertad es ansia de infinito. Lontananza. Vuelo. Imaginación.

Es el primer llanto del recién nacido. Es perfume de flores silvestres. Es trino de aves sin cautiverio. Es el manto sagrado de la noche ofreciendo a la luna su joyería celeste.

La libertad es sueño de presidiario. Celda vacía. Voz sin censura. Ilimitado afán de ser.

Es trabajo para sí mismo. Impulso vital. Forja de ilusiones. No subordinación. Ausencia de imperio. Camino despejado. Hambre de luz.

Tránsito abierto. Autonomía. Independencia. Soberanía. Igualdad.

Es arrullo. Ternura. Esperanza y realidad. Derecho natural. Condición humana. Justo reposo. Honra y memoria. Tempestad. Serenidad. Ánimo. Dicha. Felicidad.

Ímpetu espiritual. Valor permanente. Rotos eslabones. Seguro destino.

Es Dios en la creación del mundo. Es el milagro de la poesía. Es el azul nimbando el sentimiento. Es horizonte. Fulgor. Arco iris. Vida. Ensueño. Alborada y crepúsculo.

La libertad es amor.