31/10/09

MAQUIAVELO VII

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

VII/VII

7.- Maquiavelo: acto y potencia


“Al lado del orden preestablecido —afirma González Pedrero— armónico, que rigen las cosas en el universo, hemos heredado de la naturaleza el movimiento que también caracteriza al cosmos. Somos inestables; deseamos el cambio permanentemente. Esta inquietud, ese fluir esencial que caracteriza a la vida es el origen de muchos de los cataclismos sociales. Entre la armonía universal y la dinámica humana se inscribe y escribe la historia”.

Los filósofos griegos fueron los primeros en observar que las cosas se mueven, fluyen, acontecen de la misma manera. Esto es, que las cosas tienen cambio, pero que, en el movimiento de la naturaleza hay un orden superior, un orden no impuesto por los hombres, sino por la naturaleza misma. Es así como se concibe la idea de un orden cósmico y es así como en su tiempo, conciben que si hay un orden, debe haber alguien quien lo ordenó. Apelan, entonces, al concepto de los dioses. Apelan inicialmente a ese concepto, sobre todo, cuando encuentran leyes, injustas. Así, el emperador también está sujeto a ese orden superior que le es imposible rebasar. Poco a poco, a medida que avanzan las luces del alba, el mito, Rey de las sombras, se desvanece y ocupa su lugar el concepto de naturaleza. Ella, efectivamente, nos ha heredado el movimiento, de la misma manera que Prometeo desafiando la cólera de Zeus nos heredó el fuego.

El hombre se reconcilia (con su ser hombre) en el movimiento. El movimiento en el hombre se llama acción: praxis, movimiento autodeterminado o intencional. Para que el hombre pueda alcanzar su plenitud debe dinamizar todas sus potencialidades. Ya lo decía el Estagirita: “en la pareja acto—potencia encuentra el ser su aspecto dinámico”. Y llama acto al resultado del advenimiento al ser; y llama potencia a la materia, pero en cuanto va a ser.

En todo niño hay un adulto en potencia. En todo hombre hay un sabio en potencia. Querer —según el saber popular— es poder. Santo Tomás de Aquino (1225- 1274) en la Baja Edad Media comentando a Aristóteles reflexiona sobre la distinción fundamental entre el acto y la potencia. Los seres —explica— existen realmente, están en acto, pero evolucionan sin cesar para llegar a ser diferentes, por lo que estando indeterminados, están en potencia. La simiente existe, completamente como simiente, es un acto; pero puede dar nacimiento a una planta, es planta en potencia.

El hombre (acto) para alcanzar su plenitud individual de ser necesita desarrollar todas sus potencialidades. Para ello, es menester libertad de movimiento. Así, dentro del orden jurídico sólo se concibe la libertad si existe posibilidad de acción.