27/10/09

MAQUIAVELO II

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

II/VII

2.- Maquiavelo y el estado

El 3 de mayo de 1469 nace en Florencia, Italia, uno de los escritores más controvertidos de todos los tiempos: Nicolás Maquiavelo, a quien muchos consideran el padre de la política moderna. Entre las obras que han inmortalizado su nombre figuran El Príncipe, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, El Arte de la Guerra, La Historia de Florencia y La Mandrágora.

Además de escritor, Maquiavelo fue hombre de Estado. En 1498 es designado canciller del Consejo de los Señores y, posteriormente, secretario de Estado. Hábil diplomático, en los quince años que duró en el cargo realizó 23 misiones en el extranjero, desempeñadas con elegante astucia y extraordinario conocimiento de las reacciones humanas. Enemigo de los Médicis fue depuesto cuando éstos, en 1512, toman el poder. Pasado algunos años es amnistiado por el papa León X y vuelve a Florencia, donde muere en 1527.

Estamos en el ocaso de la Edad Media y en los albores de los tiempos modernos en la vida política europea. El crepúsculo señala en declive la sombra del Imperio, la amarga derrota de la soberanía papal, la extinción del poderío de los señores feudales y los rotundos y frescos aires de los reinos nacionales que, como Inglaterra, Francia o España deslindan su crecimiento, pregonando a voz en cuello un renovado lenguaje político.

Esa nueva forma de expresión es asimilada por la Italia renacentista del siglo XV y comienzos del XVI. Aquella península en forma de bota vive momentos de convulsión interna. En vez de unidad es evidente la multiplicidad de señoríos y dominaciones. Así, en el Sur, el poder lo ostenta el reino de Nápoles; en el centro, los Estados Pontificios; en el Norte, multitud de ciudades, que como lascas del antiguo Reino de Italia se apiñan en el vasallo recuerdo del emperador: Florencia, Pisa, Génova, Mantua, Milán y Venecia. Convertida en campo de muerte, Italia es el centro marcial en el que miden sus fuerzas los partidarios del poderío papal, del emperador y de los reyes de España y Francia.

Aprovechando el ocaso de los poderes tradicionales, algunas ciudades, lograda su independencia, surgen como verdaderas repúblicas urbanas. Tales son los casos de Florencia y de Venecia que brillaron con luces propias en el comercio, las artes y en la industria e iluminaron el renacimiento humanista con la aureola de su conquistado poder y de su gloria.

Allí, en Florencia, por primera vez cobra carta de ciudadanía universal una palabra nueva tendiente a reducir a unidad todo ese abigarrado conjunto de situaciones políticas: la palabra estado. Nicolás Maquiavelo en el más alto misterio de su inspiración política la estampa en las primeras frases del opúsculo intitulado El Príncipe (1513). En esta pequeña obra, el secretario florentino se propuso investigar a través del método histórico, apoyado en la observación y seguido por la astucia y el sentido común, cuál es la esencia de los principados, cuáles sus diferencias, de qué manera se adquieren, cómo pueden conservarse y por qué causas se pierden.

La frase inicial ha cobrado celebridad porque en ella se encuentra el origen moderno de la palabra estado: “Todos los estados, todos los señores que han tenido y tienen dominación sobre los hombres son estados y son o repúblicas o principados”.

A partir del siglo XVIII la palabra estado recibió su fe de bautismo universal, generalizándose tanto en la literatura científica, como en las leyes y en los documentos políticos, tanto en sentido amplio para referirse a los Estados federales como entidades supremas, y en sentido restringido al hacer alusión a los estados federales.

Más que ningún otro pensador político – expresa George H. Sabine –, fue Maquiavelo el creador del significado que se ha atribuido al estado en el pensamiento político moderno. La difusión de la palabra estado en los idiomas modernos, para referirse a esa persona colectiva de interés público, dotada originalmente del poder soberano, se debe en gran parte a sus escritos. El estado como sistema organizado jurídicamente y que persigue dentro de un clima internacional igualitario su desarrollo y engrandecimiento en sus relaciones con otros estados, se ha convertido en la institución política más poderosa de la sociedad actual. El estado moderno regula y controla a las demás instituciones sociales y las dirige dentro de los lineamientos trazados en sus planes de gobierno en aras de su propio interés.

El papel que el estado así concebido ha desempeñado en la política moderna, revela en forma admirable, la diafanidad con que Maquiavelo intuyó en 1513 la tendencia de la evolución política.