31/10/09

MAQUIAVELO V

PRESENCIA DE MAQUIAVELO

V/VII

5.- Maquiavelo y circe

Estamos en el crepúsculo de la Edad Media. El hombre no se resigna a su destino. Al fin se atreve: da el salto mortal del Medioevo al Renacimiento y juega en la urdimbre de su pensamiento, con los modelos tomados de la antigüedad. González Pedrero nos dice: “Pensamos en Leonardo, en Maquiavelo. Cada uno de ellos sentía la angustia de lo nuevo como la sentimos ahora cuando nos preocupamos por saber qué será de nosotros en el futuro cercano”.

Y agrega en tono premonitorio: “Esa angustia de lo nuevo vibraba en aquellos personajes que oían por todas partes el crepitar de un fuego destinado a barrer lo caduco y a dejar el campo libre para nuevas cosechas”. ¡Espléndido!

Es la época en que la debilidad de los emperadores permite a varias pequeñas ciudades italianas, independizarse enteramente. Es la época de las frecuentes guerras intestinas, de los capitanes mercenarios llamados condottierri, prestos a apoderarse del gobierno de la ciudad que contrataba sus servicios. Es la época de los pequeños déspotas, de la confusión general en Europa, de la decadencia política del papado, pero también la época en que los grandes jugadores del ajedrez político (Francia, España e Inglaterra), fijan el comienzo de los tiempos modernos.

Época difícil para pensar con lucidez y moverse con habilidad en la jaula misma del león. Sobrevivir habría sido una lección para la posteridad. ¿Con qué ingredientes lo logra Maquiavelo?

González Pedrero lo explica: “Maquiavelo creó esa mezcla compleja de pasiones y razones, matices, palabras, hipocresía, ideales, dinero, intereses, acciones dispersas, instintos, olvidos, compromisos, errores, vicio, suerte, lucha, saber, gloria, prudencia, ingenuidad, conformismo, imaginación, bajeza, poder; vida viva. En suma: hizo de la imposible vida lo que parecía imposible, la posibilidad de vivirla, de saber cómo. Hizo de la política un arte de vivir político: ciencia tal vez”.

El arte tiende a la expresión de lo bello. La ciencia a la explicación racional, cognoscitiva. Sentir y saber. O mejor dicho: saber sentir en toda su magnitud la fuerza del poder.

Existe coincidencia entre la acepción vulgar y la científica de la palabra Política: se dice que es toda actividad referida al Estado. Posada la explica así:

“La política, en su sentido más general, se refiere al Estado, convertido en objeto de conocimiento”.

En el estudio de la Política, fijamos dos aspectos esenciales: el teórico y el práctico. A través de la teoría pretendemos obtener un conocimiento explicativo del Estado. Y, a través de la práctica, el desarrollo de una apasionada actividad por conquistar el poder y conservarlo.

La belleza es sublime actividad humana. Circe lo sabe y no descansa: prepara la mezcla hechizante para hacer en su pócima, posible lo imposible, en el arriesgado, prudente y hábil arte de gobernar.