¡EL COLMO!: HOMBRES EMBARAZADOS
La ciencia es dinámica, actuante, no se detiene y nos llena de sorpresas todos los días. Así sabemos de inseminación artificial, del nacimiento de niños de probeta, del caso de infantes que tienen dos mamás, de transplantes de órganos humanos, de injertos de cartílagos, de venas de plástico, pero lo que en el pasado fue ficción, sabemos hoy que ya es realidad: ¡Hombres embarazados!
La noticia proveniente de Londres nos informa que los hombres sí pueden ser “fecundados” artificialmente y que podrían llevar adelante un embarazo que concluiría con una cesárea.
Imagínese usted, querido lector, contemplar a su compañero de oficina, de trabajo, que poco a poco le va creciendo el vientre y no precisamente por hidropesía o por exceso de cervezas ingeridas cotidianamente, sino por el hecho de que orgullosamente exhiba sin falso pudor y con orgullo, el producto de una gestación. Verdaderamente tal circunstancia es digna de reflexión: mirar a nuestro amigo cumplir feliz sus tareas, con la camisa suelta, quejándose de mareos, nauseas, sueño y sufriendo por el antojo de devorar pastelitos, garnachas, tamales, mango verde, coco con limón y chile y tantas y tantas golosinas que según la conseja popular debe satisfacer quien va a parir, ya que de lo contrario las consecuencias se reflejarían en el niño por nacer, invita realmente a reflexionar.
Hay parejas que no tienen hijos. La mujer se somete a tratamiento médico para lograr un embarazo. Pero ahora se da el caso que también puede someterse a ese tratamiento el hombre. Así pues, que a la vez de ser papá, será también mamá del niño esperado con ansias.
Por lo pronto, el doctor Peter Brindsen, director de la Bourn Hall Clinic, una de las clínicas más famosas de Cambridge, especializada en fecundación artificial, afirma que año con año varios hombres acuden a consultarlo porque desean “un embarazo”.
El experimento del embarazo en un hombre es peligroso, pero no imposible. Bridsen explica afanoso a los aspirantes a “padres-madres” el procedimiento para que sin perder el prestigio de varón queden embarazados. Así, por ejemplo, podría implantárseles un óvulo fecundado. Dicha implantación sería en la formación peritoneal serosa que va del estómago al colon. “El embarazado”, para continuar el proceso de gestación, debe estar dispuesto a someterse a dosis masivas de hormonas femeninas. El “parto” sería por cesárea.
La posibilidad existe. Si la esposa por circunstancias personales corre peligro durante el embarazo, el óvulo fecundado bien podría ser transplantado en el hombre quien prestaría su vientre para el ambicionado y feliz anhelo de la pareja.
La Ley Federal del Trabajo al hablar de los derechos de la mujer, señala que ésta tiene entre otros el descanso de seis semanas antes y seis semanas después de un parto. Esto es, tres meses sin trabajar con goce de sueldo o salario total. Ahora, ese derecho, también puede ser disfrutado por un hombre que orgulloso espere el nacimiento de un robusto y hermoso bebé.