13/11/08

LOS APATRIDAS

El apátrida es insensible. Desconoce orígenes. Carece de escrúpulos y de sentimientos.

Los apátridas se apeñuzcan en grupos de interés. Sobre el tapete de bastardas ambiciones juegan a los dados el alma popular.

La ira de Dios cimbró los cimientos de su templo cuando resonante su voz fustigó a los apátridas, cambistas de ideales, emponzoñadores de conciencias, avaros en la miseria y mercaderes del trágico destino de los desamparados.

Apátrida es quien niega socorro a sus hermanos. Quien se apropia de un puñado de luz cual míseras monedas escondidas en la ruindad de su pensamiento. Apátrida es quien filantrópicamente anuncia en autoparlantes la generosa dádiva deducible de impuestos.

Los apátridas oran. Ayunan. Solicitan clemencia. Imploran, porque saben que aquí o allá tarde o temprano recibirán el justo castigo o “premio” a su egoísta conducta.

Apátrida es quien goza con el drama, la tragedia, la angustia del país. Apátrida es quien en los momentos decisivos huye, es esconde, claudica o denuncia a quienes firmes en sus convicciones son capaces de morir en defensa de la dignidad de quienes claman justicia de pie y anhelan un destino mejor para sus hijos.

Apátrida es quien indiferente escucha las notas marciales del Himno Nacional. Apátrida es el inconmovible ante el libre ondear de nuestra Bandera.

Apátrida es quien comercia con ilusiones infantiles, con lágrimas de ausencia, con el sufrimiento del necesitado, con la desesperación de quienes buscan democracia, justicia y libertad.

Apátrida es quien siembra cenizas, rencor, odio y frustración.

Apátrida es quien quebranta promesas, quien se fatiga a destiempo, quien falto de impulso se siente vencido antes del último esfuerzo.

Los apátridas son adoradores de lo efímero, fugaz y transitorio. Es la raza que desconoce linderos, que desconoce efectos, que desconoce la tumba de sus muertos.

Apátrida es quien nunca se atrevió a ser. Es la nada, a pesar de su abundancia, de su riqueza y miserables pasiones.