...ES IMPLACABLE!
Estoy más que encabronado. Soy lector asiduo de la buena y de la mala prensa que se difunde en México. Me veo obligado, para estar informado, leer a periodistas honestos, que los hay, y a los que toman las páginas de los periódicos para medrar y para madrear. La prensa no oficial nos informa de los sucesos cotidianos de nuestro país. Leo los periódicos nacionales y, de casa, las notas me provocan ira, tristeza, desesperanza y angustia. Duele saber que el 81% de ciudadanos de nuestro país, según la información oficial de CONEVAL, se encuentra en pobreza o en sus límites. 77% tiene al menos una carencia; 69 millones no tienen seguridad social; 43 millones carecen de servicios de salud.
¡Cómo carajos no voy a estar encabronado!, la prensa oficial de nuestro Estado nos pone al tanto que el presupuesto que se manejará para el 2010 asciende a poco más de 34 mil millones de pesos. La imaginación carece de límites. No abarca la magnitud de esa cantidad de dinero en la mente de cualquier ciudadano interesado en saber de qué manera podría hacerse evidente en la realidad esa inconcebible cantidad. Nuestro Estado cuenta solamente con 17 municipios y por eso la pregunta: ¿Cuánto le toca a cada municipio para su desarrollo económico, social y cultural? La respuesta sería: Mínimamente mil quinientos millones y, el resto, para las preocupaciones electorales.
Hay Estados con mayor población, con más de cien municipios, con carencias tan extremas como las nuestras. No son comparable los ingresos y los egresos de aquellos Estados con los que reciben la gracia divina de contar con un presupuesto mayor de 30 mil millones de pesos. ¿Cuánto le correspondería del presupuesto a cada uno de los habitantes de este Estado? La pregunta queda en el aire.
Existe una lucha encarnizada en contra del narcotráfico, se gasta mucho dinero, son cegadas muchas vidas, de uno y otro bando: delincuentes y militares –estos cuya función, en tiempo de paz, debiera ser la realización de acciones que tengan exactas conexión con la disciplina militar-. El artículo 129 constitucional, hoy lamentablemente violado por órdenes presidenciales, tajantemente señala que en tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan –sostenemos- exacta conexión con la disciplina militar.
Diariamente la prensa nos informa que caen, muertos, o aprehendidos, miembros de organizaciones criminales; sin embargo, igualmente, caen acribillados muchos soldados que se incorporaron al ejército más por hambre que por vocación.
En nuestro país si bien es cierto que 40 millones viven en pobreza, también lo es que 20 millones se están muriendo de hambre.
Revisemos los sueldos de los funcionarios públicos; revisemos los mermados salarios de que gozan los soldados; revisemos la ridícula fijación del salario mínimo, que según la Ley Federal del Trabajo debiera ser suficiente para que una familia viva con dignidad. Si lo hacemos y si somos conscientes, nos morderíamos los labios por la impotente ira.
Por eso, yo, como muchos mexicanos, me siento mal y sufro esta desesperación -que hemos trascendido- de quienes viven en un morir por falta de oportunidades de trabajo y por hambre. La prensa nos trae la información –ver Economía/pág. 20/Jornada/11 de diciembre de 2009/Roberto González Amador-, de que mientras la economía se sumía en la mayor crisis en siete décadas, el gobierno mexicano desaprovechó oportunidades de aplicar acciones para contrarrestar los efectos de la recesión, que se ha traducido en pérdida de medio millón de empleos y el mayor desplome de la actividad en el continente. México, por eso, ha sido clasificado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) como el peor país en su desempeño ante la crisis.
No podemos cruzarnos de brazos. Algo debe hacerse. Si el gobierno está comprometido con el pueblo, si en verdad lo está, debe corregir el rumbo y reaccionar positivamente para acabar con estas inconcebibles desigualdades.
¡La historia es implacable!