La tarde agoniza. El disco solar muestra en carne viva las heridas sangrantes de un día de intensa labor. El firmamento que lució desde el alba sus limpios azules, de pronto escurre venas de rojo y ramas encendidas en desesperado aniquilamiento.
Nada es eterno. Todo fluye según la sabia expresión de Heráclito de Éfeso. A nadie le es permitido bañarse dos veces en las aguas del mismo río.
La política es arte y es acción; pero también es tiempo. El dios Cronos es vigilante permanente del quehacer de los hombres de Estado. Un proyecto, un programa, una decisión, tienen su tiempo. Si la uva madura y ofrece su exquisito jugo a los labios del buen catador, es porque antes del fermento respondió a una responsable temperatura graduada en reloj y calendario.
Así, en la política no hay antes ni después. Todo en su oportunidad, Nunca el tiempo cronológico es coincidente con el tiempo político. El drama cambia, los actores pueden ser los mismos, ante el público, el desgastado uso de quien poseedor de virtudes patrias, ha participado en diferentes tragedias, simbólicos dramas o humorísticas comedias en las que los parlamentos son los mismos, los ropajes similares y el gesto de los actores inconfundibles a base de machacar la inoperante retórica.
Nadie se retira de la política. Nadie vuelve a la sombra por su gusto. A nadie acostumbra el silencio de la frustración. El tiempo es el verdugo de quienes forzosamente se verán obligados a abandonar la escena.
La vida tiene un ciclo. La política también. Quién emprende el éxodo, difícilmente regresará.
Quién ha comido el fruto prohibido, tendrá que inventar su propio Paraíso.
En la geografía, Sicilia expresada en los mapas, da la impresión de una piedra lanzada hacia el mar, de un puntapié propiciado por la bota de Italia. La historia nos enseña que también es, el seno de grandes y señoriales familias, cuya razón de ser es el ilícito poder y el dinero.
Adviene diciembre. Mes de esperanzas y desesperanzas. Mes de realizaciones y de inesperadas frustraciones. Mes también de amarguras. De sinsabores o inmerecida felicidad. Quién se va, jamás retorna. El espejo es imagen de luces. Nunca osario de sombras.
18/11/09
11/11/09
ICARO
O EL AFÁN DE NOTORIEDAD
La búsqueda de notoriedad, el ansia de convertirse en el centro de atención, las anhelantes ganas de ser tomado en cuenta, el vehemente afán de reconocimiento, ¡todo!, entre luces y sombras, hace que los mortales actores de este mundo, formulen sus propios guiones, instalen sus frágiles carpas, construyan sus más vistosos escenarios o exhiban sus desesperados gestos desde las más altas cumbres, egregias atalayas, cimas virtuosas, arrecifes vírgenes, sus amenazantes anatemas, sus más equivocados juicios, sus críticas insustanciales, sus frustraciones genéticas, sus estériles súplicas o el incontenible dolor de no brillar.
El enfermo de notoriedad es terreno baldío en el que a pesar de ostentar el letrero: “Prohibido tirar basura”, se esmera en convertirse de simple mortal, en contenedor de calumnias, ofensas, rumores y endémicos presagios, ejercitado en el pregón, en las palabras murales, en las mentiras de cafés, suelta a diestra y siniestra el ofidio venablo de su lengua, pretendiendo emponzoñar todo lo que está al alcance de sus oídos o acomplejado rencor.
Pasar inadvertido es lo peor que le puede suceder. Por ello viste a la moda o en tonos ridículos; todo en su persona es contraste: mezcla el azul con el morado y el rojo con el amarillo; viste ropas de noche cuando es de día y usa parasol en el invierno.
En la antigüedad, un individuo deseoso de pasar a la historia llevó a cabo la infeliz idea de quemar el templo de Diana. De castigo, ningún historiador recogió su nombre. Los hechos se saben. El mal se señala. El actor está fuera de escena.
¿Cuántos hay que en la actualidad buscan en su afán de notoriedad realizar las más humillantes acciones? ¿Cuántos teniendo talento ejercen de mozo de estribo de algún patán con suerte, poder o dinero? ¿Cuántos prestan su nombre para servir de cajas de resonancia, de venganza en agravios ajenos, de facción o de grupo? ¿Para cuántos la patada en el trasero propinada por el “señor” es signo de reconocimiento? ¿Cuántos en su trajín diario olvidan ante la afrenta la reacción de Rodrigo Díaz de Vivar?:
“Por besar mano de rey
no me tengo por honrado.
Porque la besó mi padre
me tengo por afrentado”.
Muchos delincuentes comunes cometen sus ilícitos con el insano deseo que su nombre aparezca al día siguiente entre las notas que conforman las páginas rojas de los periódicos. Así cobran notoriedad entre las bandas, los barrios y las colonias. Quien logra que además de su nombre aparezca su retrato y la narración de sus hazañas, llega al pináculo de la gloria.
Lo mismo sucede entre las familias de los más altos rangos. Destacar su nombre y figura en las columnas de sociedad de los periódicos de mayor circulación es un toque de inmortalidad y buen gusto. La vanidad se viste de gala en el “baby shower”, la fiesta de quince años con damas y chambelanes, el fervoroso himeneo y las inmarcesibles ofrendas de dolor convertidas en plegarias que inundan las fúnebres páginas con apellidos y heráldicas de los anuncios de una fraternidad sentimental y permanente.
La notoriedad es virtud. Hay quien la alcanza sin proponérselo. Otros, cual Ícaro, se la pegan con cera y al primer fulgor celeste se derrumban para no levantarse jamás.
La búsqueda de notoriedad, el ansia de convertirse en el centro de atención, las anhelantes ganas de ser tomado en cuenta, el vehemente afán de reconocimiento, ¡todo!, entre luces y sombras, hace que los mortales actores de este mundo, formulen sus propios guiones, instalen sus frágiles carpas, construyan sus más vistosos escenarios o exhiban sus desesperados gestos desde las más altas cumbres, egregias atalayas, cimas virtuosas, arrecifes vírgenes, sus amenazantes anatemas, sus más equivocados juicios, sus críticas insustanciales, sus frustraciones genéticas, sus estériles súplicas o el incontenible dolor de no brillar.
El enfermo de notoriedad es terreno baldío en el que a pesar de ostentar el letrero: “Prohibido tirar basura”, se esmera en convertirse de simple mortal, en contenedor de calumnias, ofensas, rumores y endémicos presagios, ejercitado en el pregón, en las palabras murales, en las mentiras de cafés, suelta a diestra y siniestra el ofidio venablo de su lengua, pretendiendo emponzoñar todo lo que está al alcance de sus oídos o acomplejado rencor.
Pasar inadvertido es lo peor que le puede suceder. Por ello viste a la moda o en tonos ridículos; todo en su persona es contraste: mezcla el azul con el morado y el rojo con el amarillo; viste ropas de noche cuando es de día y usa parasol en el invierno.
En la antigüedad, un individuo deseoso de pasar a la historia llevó a cabo la infeliz idea de quemar el templo de Diana. De castigo, ningún historiador recogió su nombre. Los hechos se saben. El mal se señala. El actor está fuera de escena.
¿Cuántos hay que en la actualidad buscan en su afán de notoriedad realizar las más humillantes acciones? ¿Cuántos teniendo talento ejercen de mozo de estribo de algún patán con suerte, poder o dinero? ¿Cuántos prestan su nombre para servir de cajas de resonancia, de venganza en agravios ajenos, de facción o de grupo? ¿Para cuántos la patada en el trasero propinada por el “señor” es signo de reconocimiento? ¿Cuántos en su trajín diario olvidan ante la afrenta la reacción de Rodrigo Díaz de Vivar?:
“Por besar mano de rey
no me tengo por honrado.
Porque la besó mi padre
me tengo por afrentado”.
Muchos delincuentes comunes cometen sus ilícitos con el insano deseo que su nombre aparezca al día siguiente entre las notas que conforman las páginas rojas de los periódicos. Así cobran notoriedad entre las bandas, los barrios y las colonias. Quien logra que además de su nombre aparezca su retrato y la narración de sus hazañas, llega al pináculo de la gloria.
Lo mismo sucede entre las familias de los más altos rangos. Destacar su nombre y figura en las columnas de sociedad de los periódicos de mayor circulación es un toque de inmortalidad y buen gusto. La vanidad se viste de gala en el “baby shower”, la fiesta de quince años con damas y chambelanes, el fervoroso himeneo y las inmarcesibles ofrendas de dolor convertidas en plegarias que inundan las fúnebres páginas con apellidos y heráldicas de los anuncios de una fraternidad sentimental y permanente.
La notoriedad es virtud. Hay quien la alcanza sin proponérselo. Otros, cual Ícaro, se la pegan con cera y al primer fulgor celeste se derrumban para no levantarse jamás.
3/11/09
CALAVERAS 2009
CALAVERAS DE MESA 42
EPITAFIO
En este blanco panteón
nadie se saque de duda.
La muerte muda que muda
entre locura y pasión.
Todos aquí bienvenidos
con la diestra o la siniestra.
Pues mi mano es la maestra
que doy con sana intención.
Por eso, todos alertas,
ya que empieza la función.
Están mis puertas abiertas
para cualquiera ocasión.
Benjamín
Inventor de un serpentín,
hoy le rezan el rosario.
Se nos murió Benjamín
y su muerte fue un calvario.
Agapito
Dicen que la muerte es nada
y que la vida es un mito.
Se nos ha muerto Agapito
comiendo su enfrijolada.
Francisco Peralta
Su presencia si hace falta
tanto al Diablo como a Dios.
Llora a Francisco Peralta
La Mesa 42.
Ferdusi
Por terco pasó revista
y hoy yace en un agujero.
La muerte aguardó al viajero
diplomático turista.
Carlos Calzada
Pues le guste o no le guste
se nos ha muerto en la raya.
Murió, leyéndole El Fuste,
la señorita Soraya.
Luis Pampillón
Tarareando una canción
y comiéndose un guineo,
dicen: ¡murió Pampillón!
en viagrísimo himeneo.
Pedro Reséndez
El velorio fue de esmero
y silencioso el rosario.
Hombre honesto y muy sincero
sus restos guarda un osario.
Eduardo Estañol Vidal
Éste nos faltó en la lista
y aquí vemos la evidencia:
ha muerto el economista
¡Qué viva la independencia!
Miguel de la O
Valiente a la muerte cuca
y ésta lo lleva hasta el fondo
su sepulcro en Nacajuca
es la O por lo redondo.
Ana Livia
El escribir fue pasión
que la llevó al cementerio.
Con música de salterio
fue enterrada en el panteón
Maestras: una y dos
En todo fin de semana
siempre se veía a las dos:
una alegre y otra ufana,
en Mesa 42.
Dámaso
Hombre sincero y discreto
la muerte fue su testigo
murió como buen amigo
y por eso mi respeto.
Jorge Colorado
¿Qué es la noche?… ¿Qué es el día?
¿Qué es el verde?… ¿Qué el morado?
responde en filosofía
sólo Jorge Colorado.
Wilbert Méndez Magaña
La muerte con su guadaña
dijo extendiendo la diestra:
desde hoy seré tu maestra
aprenderás nueva maña.
Y se lo llevó con saña
a inmensa mansión siniestra.
Agenor
Con un sastre vio al poeta
midiéndose un pantalón:
ven conmigo, en el panteón
ni pantalón, ni chaqueta
Carlos Mari
Anduvo buscando la horma
de su zapato el señor,
pero lo encontró en Reforma
y hasta cambió de color.
El amor es una norma
Y el periodismo es la flor.
Estrella
¿Será fea o será bella?
la muerte que es silenciosa.
Hoy cintila nueva estrella
inteligente y hermosa.
Valdemar Hernández Márquez
Hay una sola deidad
que se adora con esmero,
es la muerte y amistad
sólo al amigo sincero.
Nucamendi
“No te equivoques: primero,
mira hacia atrás y adelante.
Siempre seré litigante,
jamás seré tu escudero”.
Dijo a la muerte, galante,
que lo dejó prisionero.
Carlos Elías Dagdug
Fue choco bebepozol
enterrado en un baúl.
Murió jugando béisbol
en los campos de Estambul.
Wally
El agua sube hasta el cielo
y no tiene compasión.
Por eso le dice al Chelo:
“Tu muro de contención
te provocará desvelo,
pues siempre habrá inundación,
si todo estará de pelo
te esperaré en el panteón”.
Mateo
Esto si que es devoción
y yo en los sepulcros creo.
Murió el amigo Mateo
repitiendo una oración.
Roberto Carrera
Potro, jamás garañón,
siempre ha estado en la pelea,
se le trasplantó un riñón
y hoy agarra lo que sea.
Arturo Núñez
Era ante todo, feliz.
En política el mejor.
Murió como gran señor
sin inclinar la cerviz.
Carlos Francisco
Con diez ramos de azucenas
y una rama de alcornoque,
saboreando su jocoque
expiró Dagdug Cadenas.
Chebeto
Para la muerte fue un reto
este muerto sin igual.
Murió cambiando alfabeto
del Español al Chontal.
Mario Gómez
“Ven conmigo criatura,”
le dijo la muerte, cruel:
“Se te acabó la gordura
en plena luna de miel”.
Ricardo
Comió carne de armadillo
y por eso yo lo elijo.
Aquí se murió mal hijo
en brazos de Huimanguillo.
Babe Segura
Ha cambiado de país
y hoy a Francia se aventura.
La muerte llegó a Paris
buscando a Babe Segura.
Erwin Macario
Se acaba la vida en gota,
le están rezando el rosario.
Escribiendo mala nota
fue muriendo Erwin Macario.
Chablé
Murió el periodista franco,
elegante al caminar,
todo vestido de blanco
imitando al SIMILar.
Granier
Su muerte nadie le atina
pues resultó desalmada,
por un caldo de gallina
nuca pelada origada.
PANTEÓN PARTICULAR
Propietario: Francisco Peralta Burelo
Sepulturero: Agenor González Valencia
Servicios a domicilio
Enterramos en todo lo que cabe, nuestro esfuerzo
Guía: Por el recto sendero del justo
EPITAFIO
En este blanco panteón
nadie se saque de duda.
La muerte muda que muda
entre locura y pasión.
Todos aquí bienvenidos
con la diestra o la siniestra.
Pues mi mano es la maestra
que doy con sana intención.
Por eso, todos alertas,
ya que empieza la función.
Están mis puertas abiertas
para cualquiera ocasión.
Benjamín
Inventor de un serpentín,
hoy le rezan el rosario.
Se nos murió Benjamín
y su muerte fue un calvario.
Agapito
Dicen que la muerte es nada
y que la vida es un mito.
Se nos ha muerto Agapito
comiendo su enfrijolada.
Francisco Peralta
Su presencia si hace falta
tanto al Diablo como a Dios.
Llora a Francisco Peralta
La Mesa 42.
Ferdusi
Por terco pasó revista
y hoy yace en un agujero.
La muerte aguardó al viajero
diplomático turista.
Carlos Calzada
Pues le guste o no le guste
se nos ha muerto en la raya.
Murió, leyéndole El Fuste,
la señorita Soraya.
Luis Pampillón
Tarareando una canción
y comiéndose un guineo,
dicen: ¡murió Pampillón!
en viagrísimo himeneo.
Pedro Reséndez
El velorio fue de esmero
y silencioso el rosario.
Hombre honesto y muy sincero
sus restos guarda un osario.
Eduardo Estañol Vidal
Éste nos faltó en la lista
y aquí vemos la evidencia:
ha muerto el economista
¡Qué viva la independencia!
Miguel de la O
Valiente a la muerte cuca
y ésta lo lleva hasta el fondo
su sepulcro en Nacajuca
es la O por lo redondo.
Ana Livia
El escribir fue pasión
que la llevó al cementerio.
Con música de salterio
fue enterrada en el panteón
Maestras: una y dos
En todo fin de semana
siempre se veía a las dos:
una alegre y otra ufana,
en Mesa 42.
Dámaso
Hombre sincero y discreto
la muerte fue su testigo
murió como buen amigo
y por eso mi respeto.
Jorge Colorado
¿Qué es la noche?… ¿Qué es el día?
¿Qué es el verde?… ¿Qué el morado?
responde en filosofía
sólo Jorge Colorado.
Wilbert Méndez Magaña
La muerte con su guadaña
dijo extendiendo la diestra:
desde hoy seré tu maestra
aprenderás nueva maña.
Y se lo llevó con saña
a inmensa mansión siniestra.
Agenor
Con un sastre vio al poeta
midiéndose un pantalón:
ven conmigo, en el panteón
ni pantalón, ni chaqueta
Carlos Mari
Anduvo buscando la horma
de su zapato el señor,
pero lo encontró en Reforma
y hasta cambió de color.
El amor es una norma
Y el periodismo es la flor.
Estrella
¿Será fea o será bella?
la muerte que es silenciosa.
Hoy cintila nueva estrella
inteligente y hermosa.
Valdemar Hernández Márquez
Hay una sola deidad
que se adora con esmero,
es la muerte y amistad
sólo al amigo sincero.
Nucamendi
“No te equivoques: primero,
mira hacia atrás y adelante.
Siempre seré litigante,
jamás seré tu escudero”.
Dijo a la muerte, galante,
que lo dejó prisionero.
Carlos Elías Dagdug
Fue choco bebepozol
enterrado en un baúl.
Murió jugando béisbol
en los campos de Estambul.
Wally
El agua sube hasta el cielo
y no tiene compasión.
Por eso le dice al Chelo:
“Tu muro de contención
te provocará desvelo,
pues siempre habrá inundación,
si todo estará de pelo
te esperaré en el panteón”.
Mateo
Esto si que es devoción
y yo en los sepulcros creo.
Murió el amigo Mateo
repitiendo una oración.
Roberto Carrera
Potro, jamás garañón,
siempre ha estado en la pelea,
se le trasplantó un riñón
y hoy agarra lo que sea.
Arturo Núñez
Era ante todo, feliz.
En política el mejor.
Murió como gran señor
sin inclinar la cerviz.
Carlos Francisco
Con diez ramos de azucenas
y una rama de alcornoque,
saboreando su jocoque
expiró Dagdug Cadenas.
Chebeto
Para la muerte fue un reto
este muerto sin igual.
Murió cambiando alfabeto
del Español al Chontal.
Mario Gómez
“Ven conmigo criatura,”
le dijo la muerte, cruel:
“Se te acabó la gordura
en plena luna de miel”.
Ricardo
Comió carne de armadillo
y por eso yo lo elijo.
Aquí se murió mal hijo
en brazos de Huimanguillo.
Babe Segura
Ha cambiado de país
y hoy a Francia se aventura.
La muerte llegó a Paris
buscando a Babe Segura.
Erwin Macario
Se acaba la vida en gota,
le están rezando el rosario.
Escribiendo mala nota
fue muriendo Erwin Macario.
Chablé
Murió el periodista franco,
elegante al caminar,
todo vestido de blanco
imitando al SIMILar.
Granier
Su muerte nadie le atina
pues resultó desalmada,
por un caldo de gallina
nuca pelada origada.
PANTEÓN PARTICULAR
Propietario: Francisco Peralta Burelo
Sepulturero: Agenor González Valencia
Servicios a domicilio
Enterramos en todo lo que cabe, nuestro esfuerzo
Guía: Por el recto sendero del justo
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